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ProActivo | El Centro Internacional de la Papa (CIP), el Instituto de Investigación Nutricional y la Asociación Pataz, con el financiamiento de minera Poderosa intensifican el desarrollo del proyecto de la denominada “Papa biofortificada” de alto poder nutritivo, para ayudar a reducir la alta tasa de anemia y desnutrición infantil existente en el país, sobre todo en las zonas rurales, informó Ronal Otiniano, Coordinador de Investigación Agraria de la Asociación Pataz – Compañía Poderosa.

“Esta iniciativa se integrará con organismos como el MIDIS, a través de programas como Cuna Más y Juntos. También se trabaja muy de la mano con la gerencia de Agricultura y de Salud, para articularlos bajo este propósito”, explicó Ronal Otiniano en declaraciones recogidas por ProActivo.

Agregó que se trata de una experiencia novedosa en dos distritos muy pobres de la provincia de Julcán, como Curgos, La Libertad, y en la que se trabaja con las municipalidades lugareñas.

“Este proyecto se enmarca dentro de la lucha contra la anemia, y va a permitir disminuir  este mal y la desnutrición crónica en niños menores de 36 meses de edad y madres gestantes”, añadió,

Micronutrientes

Anotó que el CIP tiene y ha desarrollado muchos clones de papa con altos contenidos de micronutrientes y que este tubérculo es uno de los principales alimentos del país, como en La Libertad, por ejemplo. En el caso de la papa biofortificada, es básicamente con hierro, zinc y vitamina C.

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“En Curgos teníamos una anemia de 28% y 43% de desnutrición crónica, y en Julcán 46% y 32%, lo que se ha ido reduciendo con el piloto implementado por el CIP con la Asociación Pataz, una ONG que viene trabajando desde el 2007 para disminuir la desnutrición crónica en niños de 0 a 36 meses de edad y la anemia en niños de 6 a 36 meses, usando el cultivo tradicional de la papa, pero con clones biofortificados”, detalló.

Trabajo en pandemia

El proyecto se inició en octubre del 2019 en Curgos, y en Julcán, con reuniones previas con los programas sociales, el MINSA y la gerencia regional de agricultura,

“Uno de los grandes desafíos que tuvimos es que el proceso vegetativo, comienza justo con el surgimiento del COVID, que nos paralizó porque nos impedía salir al campo, pero con el CIP y el Instituto de Investigación Nutricional, diseñamos un protocolo mínimo para cosecha, y se hizo ese trabajo con hombres y mujeres”, remarcó.

Acotó que, para tal efecto, se sistematizó una tarjeta con procedimientos mínimos a aplicar en el momento previo, durante y después de la cosecha, tales como el lavado de manos, el estornudo, y otras exigencias que el MINSA ya había implementado.

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“Este es un proyecto que se desarrolló en un 70% y 80% durante la pandemia, y tuvimos que implementar aspectos virtuales, y cuando fue presencial se hizo con el protocolo sanitario respectivo, pero nunca dejamos de llegar al campo”, apuntó.

Asimismo, refirió que se les enviaba las sesiones a los productores, a su WhatsApp, y luego se les llamaba para preguntar sobre sus inquietudes, y se evaluaba si es que prestaban la atención debida o no a las sesiones en la parte de nutrición y agrícola.

Trabajo articulado

Afirmó que fue ardua la inserción del proyecto al aspecto social, pues se requería el trabajo articulado entre todos los socios de los programas sociales, porque la idea es que la iniciativa sea escalable con los puestos de salud, municipalidades, agencias agrarias, productores organizados, clubes de madres, etc. “Todos tienen que comprometerse para la lucha contra la anemia y la desnutrición crónica”.

“Pero tuvimos dificultades ante el retiro de algunos productores que decían ‘yo no veo un tema de dinero’ ‘no me llega dinero’, y efectivamente era un proyecto más de fortalecimiento de capacidades, pero finalmente los productores cuando ven que sus pares van avanzando, nuevamente se van reincorporando”, manifestó.

Precisó que otra de las restricciones fue la atención en los puestos de salud, ya que por ejemplo en el 60% de Curgos y el 50% en Churgupampa no fueron atendidos los niños menores de 36 meses de edad en sus controles de crecimiento y desarrollo. “Así, como al 70% en Curgos y el 60% en Julcán tampoco se les realizó los tamizajes de hemoglobinas oportunos, porque se priorizaron los temas de COVID y los padres y madres no querían ir por temor a los contagios”, subrayó

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Sin embargo, destacó que 140 familias se beneficiaron directamente con los clones biofortificados, los cuales siguen multiplicándose, y sembrando en diferentes lugares.

“Hay que continuar el trabajo articulado con las diferentes instituciones involucradas en contribuir a la reducción de la anemia y desnutrición crónica, seguir participando en las reuniones del consejo distrital de salud, continuar fortaleciendo a los agricultores a que sean una asociación de productores formal, y en lo cual deben trabajar arduamente los gobiernos locales y regionales con el MINSA”, demandó.

Participación

Finalmente sostuvo que, así como la actividad minera trabaja permanentemente con los sectores de agricultura y salud en múltiples acciones de desarrollo, lo propio deben hacer las distintas empresas del mercado productivo nacional. “Los sectores agricultura y salud conversan y coordinan muy bien con la minería, por lo que creo que igualmente pueden caminar igualmente de la mano con otras empresas, y hacerlo por ejemplo con este proyecto de la papa biofortificada”, apuntó.