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ProActivo | La minera Cerro Verde reporta con orgullo los resultados de su proyecto de recuperación de aguas residuales domésticas en la ciudad de Arequipa bajo una gestión integrada de los recursos hídricos, denominada “Círculo virtuoso del agua”. “Es la única ciudad del Perú con un río que tiene sus aguas tratadas a más del 90% y que son usadas para la agricultura”, destacó Pablo Alcázar, gerente de Asuntos Públicos y Relaciones Comunitarias de Cerro Verde.

Cerro Verde, controlada por la estadounidense Freeport McMoRan, es una de las productoras de cobre y molibdeno más importantes del Perú. La mina es un tajo abierto ubicado en Arequipa, a 2,700 metros de altura.

El exitoso proyecto relacionado al agua, inició en los años 2003, 2004, a partir del diálogo con la población de Arequipa, bajo el concepto de “ganar – ganar”.

“Junto a varios actores identificamos que podíamos generar un acuerdo para ganar y cumplir los desafíos de la gestión integrada de los recursos hídricos en Arequipa y asumimos esos retos”, recordó Alcázar en el marco de Perumin 35, “Casos de éxito Desarrollo Comunitario”.

El ejecutivo explicó que fue una ardua gestión, transversal a toda la comunidad en la provincia de Arequipa con más de un millón de habitantes, diferentes dirigentes, autoridades locales, distritales y regionales; así como entidades de la sociedad civil, entre otros.

El círculo virtuoso del agua es un logro multiactor

El “Círculo virtuoso del agua”, es un proyecto que atendió necesidades conjuntas y en común, con la ventaja que Arequipa estaba regulada con represas, aunque con el requerimiento de más agua.

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“Requería de mayor área de represamiento dado que durante la temporada de lluvias en el verano había mucha agua que se perdía en el mar y que podía ser conectada para diversas actividades, así que Cerro Verde, primero en una especie de asociación público – privada, con la empresa EGASA construyeron dos represas, la de Pillones y la de Bamputañe. Esto incrementó el nivel de agua en las represas que nos permitió seguir un proceso virtuoso, que significó a la larga una generación de posibilidades de actividad económica y social en Arequipa”, detalló Alcázar.

La inversión de todo el proyecto a lo largo de los años fue de US$ 700 millones.

A las represas de PillonesBamputañe, le sumó una que no está en la zona regulada, y más pequeña, la represa de San José de Uzuña.

Ganar – ganar. Primera expansión

Alcázar manifestó que con dicha obra pudieron poner en operación la primera expansión de operaciones en el año 2006, que tomó una parte del agua incrementada en esta red de represas en esa zona regulada. “Pudimos, merced al capital generado por esta expansión, construir una planta de agua potable”, destacó.

“En Arequipa eran alrededor de 350 mil personas que no contaban con el servicio de agua potable en las zonas altas de Arequipa, así que nos animamos a proponer y construir una planta de agua potable, intervinieron autoridades, sociedad civil, dirigentes incluso autoridades del gobierno nacional y del parlamento y llegamos a un acuerdo que nos permitió construir esta planta que hoy día está en operación y bajo la administración de la empresa Sedapar, la inversión fue de 150 millones de dólares”, acotó.

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“Esto para nosotros fue motivo de gran orgullo y de acercamiento a la población porque tener agua o no tenerla es algo que diferencia la calidad de vida y creo que con ese trabajo conjunto logramos mejorar la calidad de vida de prácticamente un tercio de la población en Arequipa”, completó.

La segunda expansión

Declaró que para la segunda expansión de operaciones requerían también una cantidad de agua, para lo cual trabajaron con distintas instituciones, con la idea de tratar las aguas residuales.

“Construimos una planta de tratamiento de aguas residuales con una inversión de 500 millones de dólares. Esta planta de aguas residuales permite tratar un 96% de las aguas residuales de toda Arequipa Metropolitana y esto ha generado una multiplicidad de beneficios para la región y para las personas en general”, expresó.

Añadió que la obra permitió el incremento de producción de Cerro Verde con su segunda expansión, y también que hoy en día Arequipa tenga al río Chili distinto, que permite el turismo y una agricultura de calidad.

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Detalló que el río estaba muerto, completamente lechoso, debido a que el 95% de las aguas residuales domésticas eran vertidas sin tratamiento.

“Hoy día se ven las aguas cristalinas, brillantes del río Chili, merced de esta planta de tratamiento de aguas residuales. Ha recuperado su vida y vemos cotidianamente bagres, truchas, renacuajos, etc. Es un río en una recuperación franca.”, puntualizó.

Desarrollo agropecuario

Debido a ello, debajo de la planta de tratamiento, el desarrollo agropecuario crece en calidad y cantidad. “Tener agua de calidad permite tener una agricultura de clase mundial”, subrayó.

Adicionalmente Cerro Verde ayuda con asesoría técnica, tales como capacitación en cultivos orgánicos, insumos y mejoramiento genético. Asimismo, trabaja un proyecto de mejora de infraestructura de riego y mejora de canales.

El empresario aseguró que lo mismo sucederá con el turismo, debido a que gran parte de los restaurantes típicos de Arequipa, están en la zona sur, al lado del río Chili.

“Se produce una cadena virtuosa, a la que le llamamos, el ‘Círculo virtuoso del agua’ y nos llena de orgullo, que de la mano de las comunidades, autoridades, empresas y del Estado, hemos logrado generar esta gran obra, este gran proyecto, que hace que Arequipa sea la única ciudad del país que tiene un río con sus aguas tratadas a más del 90% y que son usadas para la agricultura”, puntualizó Alcázar.