El PhD, Roberto Villas Boas, pone en la comunidad científica un nuevo aporte para los desafíos que tiene la industria minera respecto al desarrollo sostenible y el relacionamiento con las comunidades que en el mundo, cada vez tiene mayores demandas sustentadas en el Informe Brundtland (1987 Naciones Unidas) y que fue base para diversos tratados internacionales al respecto. Su investigación, recientemente publicada en portugués, “Indicadores de Desarrollo Industria Sostenible Extracción de Minerales – Guía Práctica”, es una ayuda para empresas y gobiernos.

Los principios del desarrollo sostenible, de la Comisión Brundtland, sólo podrían tener vigencia con un fuerte compromiso, expresado en la voluntad política que en aquel entonces firmó el G-7. Desde entonces, el mundo dio giros, el G-7, perdió su “lugar” y la voluntad política de los líderes del “G-1”, prevaleció con reorientaciones a la guerra, que en sí misma es una contradicción al desarrollo sostenible, resalta Villas Boas.

Sin embargo, señala, los conceptos propuestos por Brundtland ganaron espacio y para sorpresa de todos, creció su aplicación como se evidencia en La Cumbre de la Tierra en 1992 en Río de Janeiro; y en Río +10, cuando se establece contar con objetivos deseables, y medibles con la Agenda 21 orientada hacia los objetivos del milenio apalancado por el propio G1.

La victoria al desarrollo sostenible

Considerando que el desarrollo sostenible no es un estado constante de armonía, es una victoria del desarrollo sostenible. En ese contexto ¿cómo se refleja en las operaciones del día a día de la industria en general y de la minería en particular?

Tendrá que darse un cambio significativo en las prácticas y actitudes de estas industrias, pues hablar de desarrollo sostenible solo en términos periodísticos no es serio ni real.

El mercado real, el que vale, tiene un costo

El autor explica que tres principios básicos –actúan al máximo- y los puede aportar la ingeniería y la tecnología. “Para la minería y la metalurgia, seguir los dictados de desarrollo sostenible significan reducir al mínimo la materia involucrada en la producción sea en el suelo, rocas, agua, o desechos. Lo es también, minimizar las energías en el proceso e incluso seleccionar la mejor fuente, si la opción es posible. Por último, reducir al mínimo los impactos ambientales sean sólidos, líquidos, gaseosos o visuales panorámicos.

Sin embargo, Villas Boas no sustrae el tema de maximizar la satisfacción social, la cual considera es un aspecto más sutil, pues depende de la cultura y economía local, y en la que hay participación directa de los ciudadanos, existe la presión social y las economías en ejercicio.

Los “Royalties” e impuestos han sido el talón de Aquiles de la industria extractiva mineral, y ahora con el desarrollo sostenible lo es más. En Brasil, por ejemplo, la “Regalía” está ligada al concepto de indemnización y tiene tasas diferenciadas en la que el 1 por ciento es para el oro y el 2 por ciento es para el hierro.

Curiosamente, refiere que en los países anglosajones dichas tasas, cuando se producen, tienen porcentajes mucho más significativos. “En Brasil algunos alegan como motivos la tradición, la historia y otros. ¿En serio?”, cuestiona el autor.

La licencia social

La voluntaria licencia social, es una presión social de los pueblos cada vez más aplicada y es un concepto que ya se queda para cualquiera que sea el gobierno, debe tener la preparación para hacer frente a tal desafío. “Las reglas han cambiado (…) De ahí la necesidad de Indicadores, especialmente los de la sostenibilidad”, subraya.

La investigación de Villas Boas propone fórmulas establecidas científicamente para contar con los indicadores que permitan responder a los desafíos del real desarrollo sostenible.