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Cuando, a los 24 años, le dije a mi jefe que quería convertirme en director ejecutivo de la empresa, por poco se cayó de su silla. Era 1974, y yo trabajaba como desarrollador de software para IBM.

En ese entonces, nadie esperaría que un “humilde” ingeniero aspirara a ocupar un puesto reservado para personas de ventas exitosas. Sin embargo, mi jefe me guió, me ayudó a mirarme a mí mismo y a convertir las ganas de dirigir un negocio en un objetivo real.

Hoy día, el camino para convertirse en CEO es bastante distinto, sobre todo en startups de tecnología e internet. Sin embargo, las habilidades requeridas para convertirse en un líder efectivo siguen siendo las mismas. Por lo general, adquirir estas habilidades toma toda una vida, pero hay formas de sobrellevar el reto del tiempo. Éstas son 3 cosas que deberías hacer si quieres convertirte en un director ejecutivo joven, pero lleno de energía y buenas ideas.

  1. Construye un equipo que compense tus deficiencias

Incluso el ejecutivo más experimentado necesita rodearse por personas que ofrezcan una guía, especialmente en áreas que se salen de su área de expertise. Esto es esencial sobre todo para los líderes jóvenes, más propensos a cometer errores graves. La falta de experiencia puede derivar en consecuencias dolorosas: contratar a la gente equivocada, gastar demasiado dinero, engancharse con malas cláusulas de contratos o entrar en conflicto con la ley, por nombrar sólo algunas.

Considera el ejemplo de Marck Zuckerberg y Sheryl Sandberg en Facebook: él maneja los productos, mientras que ella es una persona más orientada a los negocios. Sus habilidades se complementan entre sí, y juntos trabajan para alcanzar el objetivo común de construir una empresa exitosa. Por otro lado, los fundadores de Google Larry Page y Sergey Brin (quienes tenían 25 años cuando fundaron la compañía) contrataron al experimentado Eric Schmidt, un hombre que aportó su experiencia en gestión de empresas antes de que ellos se sintieran listos para hacerlo.

Así, cuando construyes tu equipo líder no busques por personas que son exactamente como tú. Apuesta por aquellas que pueden complementarte y retarte en tu crecimiento.

  1. Aprovecha el poder del pensamiento positivo y negativo

Si estás emprendiendo en tus veinte, te enfrentarás con algunas ventajas y desventajas. La principal desventaja es, por supuesto, la falta de historial de trabajo, misma que podría ser un factor a considerar por un inversor potencial.

Para superar esto, deberás pasar muchas horas vendiendo tu idea a cuantas personas quieran escucharla. En el universo del capital de riesgo, los inversores han sido los más dispuestos a apostar por un equipo inexperto. Otra estrategia potencialmente útil es contratar a alguien con más experiencia en la recaudación de fondos, pero ten cuidado de no perder el control de tu empresa en el proceso.

Por otro lado, una ventaja interesante de ser un líder joven es que probablemente no tengas conocimiento de cuáles son las cosas que no se pueden hacer, así que las harás de todos modos. Esto podría derivar en una innovación sin precedentes, algo que quizá una persona más experimentada perdería de vista. Y esto es algo genial. Sin embargo, las innovaciones realmente trascendentes son poco frecuentes. El progreso suele ser un proceso gradual, y aprovechar la experiencia previa de éxitos y fracasos puede ser bastante útil.

  1. Practica la humildad

Los líderes deben ser transparentes, así como humildes cuando sea apropiado (es decir, con mucha frecuencia). De hecho, la humildad intelectual –la habilidad de dar un paso atrás y aceptar las ideas ajenas– es para Google un criterio de contratación más fuerte que las credenciales. Desafortunadamente, la humildad suele ser percibida como una debilidad, cuando es, de hecho, una de las mayores fortalezas que puede poseer un líder.

Las personas humildes escuchan a los demás y aprenden de ellos. Toman el asiento trasero cuando alguien más apto puede resolver un problema. Dan crédito cuando éste es merecido. Son menos propensas a ser arrogantes cuando las cosas salen bien. Cuestionan constantemente sus propios puntos de vista y sus motivaciones para asegurarse de estar realmente alineados con los objetivos de la empresa.

Ser humilde es bueno, pero un líder también debe estar dispuesto a llevar un negocio hacia la victoria. Así que practica la humildad: simplemente no te olvides de ganar.