Seis nuevos proyectos mineros hay para el 2019. Se trata de proyectos medianos y chicos, con excepción de Tía María, cuyo desarrollo es una incógnita.

El 2018 será recordado como el año en que la gran inversión minera volvió a fluir en el país. Según el Ministerio de Energía y Minas (MEM), 2018 cerrará con US$5.000 millones de inversión en minería, 25% más que en el 2017. Y estos números mejorarán el próximo año.

“Estimamos que en el 2019 tendremos un incremento de 20% en el flujo de inversiones mineras, llegando posiblemente a los US$6.000 millones”, anota Pablo de la Flor, gerente general de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE).

Estas proyecciones se sustentan, principalmente, en el desarrollo de tres megaproyectos iniciados este año: Quellaveco (US$5.300 millones), Mina Justa (US$1.600 millones) y la Ampliación de Toromocho (US$1.355 millones), a los que se añadirían media docena más, aunque en su mayoría de menor magnitud.

TÍA MARÍA

Según estadísticas del MEM (actualizadas a noviembre), el 2019 veremos la construcción de cinco proyectos medianos y chicos: Corani (US$585 millones), la optimización de Lagunas Norte (US$640 millones), la integración de Coroccohuayco (US$590 millones), la ampliación de Pachapaqui (US$117 millones) y la ampliación de Minera Poderosa (US$110 millones).

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Y con ellos, deberíamos ver también la construcción de un solo proyecto grande: Tía María (US$1.400 millones).

Sin embargo, el desarrollo de esta inversion sigue siendo una incógnita, debido a la demora del Gobierno en otorgarle la licencia de construcción, un retraso que “pondría en riesgo la vigencia de su EIA”, alerta Carlos Gálvez, presidente de Perumin 2019.

“De ser ese el caso, no tendremos nuevos megaproyectos hasta el 2021, solo proyectos pequeños, ampliaciones de minas y ajustes de operaciones. La esperanza era Tía María”, remarca el ejecutivo minero.

Esta aseveración cobra mayor relevancia cuando advertimos que el MEM ha ajustado sus estimaciones para el inicio de construcción del megaproyecto Pampa de Pongo (US$2.200 millones) del 2019 al 2020.

¿A qué se debe este freno al desarrollo de nuevos megaproyectos, tras el auspicioso preludio del 2018?

EL FACTOR CHINA

Luis Rivera, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP), advierte que el principal riesgo para la minería en el 2019 es la incertidumbre económica global.

“Todo indica que la Fed va a reducir sus tasas de interés a exigencia del presidente de EE.UU. Eso significa que habrá una migración de capital hacia los bonos y, por ende, una escasez de dinero para invertir en riesgo, incluyendo los commodities mineros”, señala.

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A ello se añade la desaceleración de la economía china, que explica el 45% de la demanda mundial de cobre.

Juan Carlos Guajardo, director ejecutivo de Plusmining, advierte que son varios los indicadores que muestran que China crecerá menos este año y el siguiente, problema que la obligará a plantearse la necesidad de un nuevo estímulo económico.

“En los últimos años, China ha aplicado tres estímulos económicos. Si el panorama sigue a la baja, es probable que aplique un cuarto para revertir la situación de los mercados, incluyendo el del cobre”, indica.

El inconveniente para el coloso chino es que tiene menos margen de maniobra para aplicar un nuevo estímulo porque su nivel de deuda es muy alto.

Como consecuencia, se verá obligada a ser más cauteloso con sus inversiones, por ejemplo, Pampa de Pongo (Zhongrong), proyecto costoso y de difícil ejecución técnica, según indica el geólogo Miguel Cardozo, presidente de Alturas Minerals.

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AÑO DE TRANSICIÓN

Este freno en el flujo de nuevas grandes inversiones para el 2019 no será exclusivo de nuestro país.

“Los grandes anuncios que hemos visto en el 2018, como Quellaveco en el Perú y Quebrada Blanca en Chile, son muy especiales, pues estaban en la línea de espera bastante tiempo y necesitaban salir ya. No representan la señal de una nueva ola de inversión, pues para ello hacen falta mejores precios y que se disipe la incertidumbre generada por la guerra comercial entre EE.UU. y China”, explica Guajardo.

Dicha cautela es natural, pues el desarrollo de los grandes proyectos toma mucho tiempo y cuidado, sobre todo en la etapa de ingeniería.

“Si no se hiciera así,la inversión de capital (Capex) se saldría de control porque las empresas mineras no cuentan con los márgenes de holgura que tiene el Estado para manejar las órdenes de cambio y aumentar presupuestos”, anota Carlos Gálvez.

El 2019 verá, en consecuencia, la construcción de una docena de proyectos medianos, pero ninguno grande.

La gran incógnita continúa siendo Tía María.

Fuente: El Comercio