Luis Ore

Por: LUIS ORÉ
(Mediador y consultor en negociaciones y consenso). 

Los conflictos sociales han retrasado o, simplemente, trabado la ejecución de proyectos mineros. Existen, entre otras cosas, demandas por contaminación ambiental o por la cuestión del agua, exigencia de beneficios económicos y la protesta por ser escuchados.

Las causas de la conflictividad social tienen una dimensión racional y una emocional. La dimensión racional está vinculada a la desconfianza histórica¸ es decir, la falta de información creíble para todos. Está relacionada a intereses y prioridades polarizadas, a falta de espacios y capacidades para el diálogo, y muchos actores sin representación clara. Sin embargo, cuando se anuncia un proyecto minero, desde una dimensión emocional, algunos se hacen las siguientes preguntas: ¿Los abusos del pasado continuarán? ¿Puedo creer en lo que me dicen? ¿Entienden realmente mis preocupaciones y necesidades? ¿Respetarán mis derechos? ¿Tendré voz en la toma de decisiones?

El problema es que no se están escuchando ni abordando las preocupaciones y aspiraciones que motivan los conflictos sociales. Además, la manera como estos suelen abordarse no es la mejor. El enfoque posicional, basado en demandas y contrademandas, este enfoque principalmente legalista en el que uno tiene la razón y el otro está equivocado, en el que uno tiene el derecho y el otro no, el enfoque ganador-perdedor, así como el enfoque transaccional de “echar dinero al problema” o acceder a una “wish list”, no construye relaciones de confianza de largo plazo. Al contrario, ello genera relaciones de dependencia, de control y cumplimiento.

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Nuestro comportamiento es resultado de nuestro pensamiento. Para destrabar proyectos de inversión, primero debemos cambiar nuestros paradigmas. Si veo al otro como enemigo, y lo demonizo, mi propósito apuntará a vencerlo. En cambio, si lo veo como un posible aliado estratégico para resolver problemas y abordar preocupaciones de manera conjunta, será más probable que busquemos beneficios mutuos y generemos un valor compartido.

Generar un valor compartido no solo es posible, sino que es fundamental para que los proyectos de inversión se implementen. Para tener viabilidad integral de proyectos, primero, debemos cambiar nuestros paradigmas y la cultura organizacional, hacia una cultura de participación en la construcción de soluciones conjuntas. Este tipo de soluciones crean beneficios mutuos, enfocándonos en las prioridades de las partes y construyendo relaciones de confianza en base al trato y el respeto mutuo.

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Una forma de empezar a generar confianza es trabajando juntos – empresa y comunidad – para producir información creíble y confiable para todos y entre las partes. Este resultado puede alcanzarse mediante un Proceso de Búsqueda Conjunta de Información. Es así que, cuando las partes tienen información, pueden tomar decisiones informadas, inteligentes y sostenibles en un proceso inclusivo y participativo, tal como el llamado Proceso de Construcción de Consenso. El mérito de este proceso es lograr acuerdos legítimos por la manera como es estructurado y facilitado.  Su enfoque es el de beneficios mutuos, lo cual permite una deliberación transparente en el que las partes puedan integrar intereses y hacer intercambios de valor. De esa forma, todas las partes terminan mejor de lo que estaban antes de la llegada del proyecto minero.

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¿Cómo evaluar la viabilidad social de un proyecto de inversión?

Podemos concluir que las empresas mineras pueden pasar de ver la viabilidad social de proyectos mineros – así como el involucramiento social y la negociación de acuerdos que esta implica – como una mera ejecución de un objetivo preciso y especifico, hacia ver la viabilidad social como una oportunidad de aprendizaje continuo y desarrollo conjunto (empresa-comunidad). De esta manera, las empresas podrían trabajar en el fortalecimiento de capacidades organizacionales de negociación (con involucramiento multi actor), y trabajar en lograr alineamiento interno para reforzar las buenas prácticas de viabilidad social. Pues, en efecto, no es esta una cuestión de definir si debe hacerse o no, sino una cuestión de cuándo debemos hacerlo.

Fuente: Diario El Gobierno