Humberto Villanueva Pérez

Por: Humberto Villanueva Pérez – Consultor de la Dirección Ejecutiva ITP red CITE 

En los últimos años, la importancia de desarrollar y articular cadenas de valor resulta determinante para la prosperidad de un país. Dinámicas, complejas y con potencial transformador, las cadenas de valor concentran al conjunto de organizaciones públicas y privadas que participan directa o indirectamente en el proceso de conversión de un insumo hasta la comercialización de un producto final.

Si se articula de manera adecuada, puede generar un impacto económico, social y ambiental que contribuya de manera significativa con el desarrollo de todos los integrantes de la cadena.

Según el Centro del Patrimonio Mundial de la UNESCO, el Perú es uno de los países más biodiversos del mundo. Contamos con fortalezas indiscutibles en sectores como agricultura, pesca, acuicultura, madera – forestal, indumentaria, entre otros. Sin embargo, nuestros principales desafíos aún se sostienen en la informalidad, baja productividad, dispersión productiva, escasa estandarización de productos, entre otros.

A nivel departamental, estos escenarios se agudizan. Precisamente, denotan cada vez más uno de los desafíos más importantes a nivel país: la diversificación productiva.

Un ejemplo de ello se sostiene en Moquegua donde, según el BCR, en los últimos años, la contribución del sector minero al PBI regional en promedio supera el 60%; mientras que el sector agrícola y pesquero, en su conjunto, aporta 3% aproximadamente. Considerando que Moquegua es el segundo departamento de mayor PBI per cápita y una de las regiones con mejores ingresos por habitantes, el sector minero ha contribuido de manera significativa al desarrollo de la región; sin embargo, existe una alta dependencia.

Frente a este escenario, ¿qué hacer? Para Dani Rodrik, profesor de la Universidad de Harvard y experto en políticas de desarrollo productivo, el camino a seguir tiene que ver con pensar en las políticas de desarrollo productivo como un proceso de colaboración estratégica entre el sector público y privado a fin de que los sectores económicos sean capaces de aprender, experimentar, coordinar mejor y evaluar su impacto.

En tal sentido, se espera que de esta iteración se fomente un mayor desarrollo y articulación de cadenas productivas a partir de una mejor comprensión del funcionamiento en los mercados, la identificación de cuellos de botella y desarrollo de servicios públicos que impacten en la mejora de productividad y competitividad de las mipymes. El Banco Mundial, la Organización Internacional del Trabajo, el Banco Interamericano de Desarrollo, entre otras entidades a nivel global, presentan especial interés en cómo las cadenas de valor promueven la inclusión productiva, sostenible e innovadora de los agentes económicos más vulnerables.