Perú es pionero en la aplicación del convenio 169 de la OIT. La ley de la consulta previa y su reglamentación significó un hito en el tema. El país, cuyas grandes inversiones están estrechamente ligadas a las industrias extractivas, es el centro de la atención mundial para observar la evolución de la polémica norma que hasta la fecha se habría vuelto en un cuello de botella para el notable flujo de inversiones de la última década.

Uno de los objetivos de la nueva normativa era lograr confianza desde las comunidades para el mejor relacionamiento con las empresas, sin embargo hasta mayo, la Defensoría del Pueblo reportó su presencia en 225 conflictos. De esa cantidad, 149 son calificados conflictos socioambientales, y de aquellos, 108 están relacionados a las actividades mineras y 19 por hidrocarburos.

Como detalle, las regiones que concentran mayor número de conflictos son Ancash con 31, le sigue Apurímac con 23 y Puno con 19; en tanto que Cajamarca y Junín reportaron 13 cada una.

Así, el intento por reducir la conflictividad con diversas herramientas legales, al parecer, no brinda los resultados esperados. En tanto que sigue recayendo en el Gobierno Nacional la obligación principal para ser atendidos, tal como lo demuestran las siguientes cifras: en el Gobierno Nacional en 145 casos (64,4%), seguido por los Gobiernos Regionales en 50 casos (22,2%) y los Gobiernos Locales en 19 casos (8,4%).

Aunque la Oficina Nacional de Diálogo y Sostenibilidad de la PCM, en sus diez meses de gestión, revela haber resuelto 32 conflictos sociales bajo un nuevo proceso de entendimiento, la realidad es que el cumplimiento previsto para el arranque de algunos grandes proyectos han sido postergados, o lo que es peor, ya no tienen fecha.
Una muestra de la atención captada por Perú, fue la visita de Glenn Nolan, presidente del PDAC, asociación de exploradores y desarrolladores mineros de Canadá, quien se reunió con Juan Jiménez Mayor y Vladimir Huaroc a quienes remarcó que son el diálogo directo y transparente los que generan confianza, respeto y una muy buena relación entre las compañías y las comunidades.

Mónica Belling Salas