Rómulo Mucho

Por: Rómulo Mucho 

La crisis por la pandemia mundial ha golpeado la economía global y ha traído abajo los estimados de crecimiento económico previstos a principios de este año, por efecto del Covid-19 el mundo crecería a -3%, las economías más fuertes como Estados Unidos a -5.9%, China a 1.2%, América Latina a -5.2%, y nuestro país a una tasa de -4.5%, según el Fondo Monetario Internacional (FMI), obviamente dependiendo de la duración de la pandemia y la futura reactivación económica.

Ante esta realidad adversa, si bien el Perú gozaba de una solidez macroeconómica, con una gestión eficiente de sus cuentas fiscales, tuvo que hacer uso de sus ahorros generados en las últimas dos décadas para enfrentar el Covid-19. Destinó un 4% del PBI (30,000 millones de soles), para rescatar empresas y no romper la cadena de pagos, un 1.5% para socorrer mediante bonos a los más pobres y vulnerables que suman más de 5 millones de personas, aunque esto nunca será suficiente, además ha destinado otros 4% adicionales para las empresas desde pequeñas a grandes en forma de créditos a una baja tasa de interés. Esto como era de esperar, dejó al país en un desbalance financiero y ahora tiene que recurrir al endeudamiento externo. Durante esta cuarentena después de las ocho semanas, se estima que se ha perdido 8,300 millones de soles por semana, al estar funcionando solo un 44% de la economía, en este escenario se calcula que la pobreza puede retroceder un 7%, es decir, cerca de dos millones de peruanos pueden volver a la situación de pobreza, lo cual sería un retroceso inmenso en nuestro desarrollo..

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Esto por sentido común obliga de manera urgente al gobierno, reactivar la economía y seguir en la lucha por la contención de la propagación de la pandemia. El Perú tiene capacidad de recuperación económica y uno de los aliados principales para hacerlo es la minería, sin desmerecer el aporte de todos los otros sectores todos muy importantes, especialmente la agricultura. Es por ello, que urge encender los motores de la economía para frenar la estrepitosa caída económica. Aparte de reactivar las minas y los proyectos, culminar las grandes irrigaciones paralizadas como Majes Siguas II, Chavimochic III, Alto Piura, entre otros, además de concretar obras como carreteras, puertos y aeropuertos.

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En el ámbito minero, tenemos 49 proyectos que tienen distintos niveles de avance en distintas etapas de desarrollo, algunos paralizados por conflictos sociales. Uno de esos proyectos es Tía María de la empresa Southern Peru, el cual está paralizado hace muchos años por la oposición de un sector radical de la población del Valle de Tambo en Arequipa, este proyecto cuprífero debe ejecutarse, pues no hay sustento técnico o científico que diga lo contrario, los que se oponen, lo hacen por otros intereses. Un aspecto que se debe tener muy en cuenta es cuando no se ejecuta un proyecto, existen costos ocultos de grandes pérdidas, como la mejora en la calidad de vida miles de personas que pudieron trabajar en la mina y cuyos deseos de superación fueron truncados al no ejecutarse un proyecto.

Una vez se supere la pandemia, con todos los daños que nos ocasione, quedan muchas lecciones que obligarán a tomar las siguientes acciones:

1) Las empresas mineras tendrán que adaptarse a la llamada nueva normalidad, uno de los nuevos cambios será la salud y el distanciamiento social de las personas, cumplimiento y monitoreo con los nuevos protocolos de salud y seguridad de los trabajadores tanto en su trabajo como en su hogar.

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2) El proceso acelerado de la automatización, la digitalización y el teletrabajo, procesos que no son nuevos en la minería pero que han venido avanzando lentamente, estos procesos son necesarios para alcanzar la producción de mineral requerido, con costo reducido y si fuera el caso con personal solo indispensable para las operaciones.

3) La preparación de nuevos profesionales y trabajadores, debido a las disposiciones sanitarias del gobierno (RM N°283-2020-MINSA), será necesario que los jóvenes adquieran las habilidades necesarias para asumir los roles de antiguos trabajadores, que ahora por su edad o por problemas médicos serán imposibilitados de regresar a las operaciones.

4) El gobierno, la empresa y la sociedad en su conjunto, tienen que trabajar juntos para prevenir y evitar conflictos sociales que por efecto del incremento de la pobreza pueden escalar, y como efecto pueden retrasar las inversiones tan necesarias para salir de esta crisis. Las decisiones están en todos nosotros aplicando la nueva normalidad.