Para el exministro de Energía y Minas, Gonzalo Tamayo, el proyecto puede salir adelante pero con paciencia.

Para el exministro de Energía y Minas, Gonzalo Tamayo, el conflicto de Tía María no es complejo a diferencia de otros lugares donde también hubo protestas sociales. Uno de esos matices que diferencia al valle de Tambo -zona de influencia del proyecto minero- son niveles de pobreza que no son tan altos. Por ejemplo, no se le puede comparar con la provincia cusqueña de Espinar, donde también hay minería y conflicto.

Por eso para él, no hay una situación compleja en el valle de Tambo. Eso sí, hay inversiones pendientes que espera la población de la zona. Está pendiente la construcción de los hospitales de Cocachacra y Alto Inclán.

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Para el socio de la consultora Macroconsult, las principales trabas para la resolución del conflicto son la desconfianza y la informalidad. En cuanto a lo primero, esta desconfianza se da de ambos lados. La informalidad ocasiona que los conflictos no se resuelvan por la vía regular y se emplee los bloqueos y protestas.

“Es un problema de institucionalidad, porque no creemos en nuestro Poder Judicial”, indicó. Señaló que este poder del Estado podría ser un dirimente cuando surgen los conflictos, pero no se recurre a él.

Respecto a la forma de resolver el conflicto, que lleva más de 60 días activo, manifestó que se debe trabajar más respecto al miedo de contaminación. “Toma tiempo explicar, Quellaveco demoró más de 15 años. Southern no está listo”, manifestó. Además, señaló que hay un miedo de los arroceros del valle a que con la puesta en marcha de Tía María se incremente el costo de la mano de obra que trabaja en el campo. Consideró que la opción de que un organismo internacional vuelva a revisar el Estudio de Impacto Ambiental (EIA) del proyecto sería una pérdida de soberanía.

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Fuente: La República