Vanina Farber, profesora de Emprendimiento Sostenible e Inclusión Social de la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico.

Vanina Farber, profesora de Emprendimiento Sostenible e Inclusión Social de la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico.

El desarrollo de los negocios con equidad de genero repercute positivamente en la marcha de las empresas, ya que constituye un factor que le trae mayores beneficios y le reduce los conflictos laborales, afirmó Vanina Farber, profesora de Emprendimiento Sostenible e Inclusión Social de la Escuela de Postgrado de la Universidad del Pacífico.

La investigadora sostuvo que la equidad de genero no solo es un tema social, sino también de negocios.

“Encierra un argumento de negocios, que tiene sentido para las empresas, que ganan más beneficios cuando son más diversas, cuando se adaptan más a tener entornos donde las mujeres puedan avanzar en su carrera”, remarcó en declaraciones a ProActivo durante el XVII Simposio Internacional “Empresa Moderna y RSE”, organizado por Perú 2021”.

Mujeres más preparadas

Farber sostuvo que es difícil que en la actualidad se diga que no encuentra una mujer capacitada para ocupar cualquier puesto de trabajo, por lo cual en el reclutamiento de personal tiene que considerarse a personal femenino en igualdad de condiciones con el masculino. “Según algunos indicadores las mujeres son más preparadas que los hombres, sobre todo en pregrado y postgrado, entonces, ¿por qué no llegamos a los puestos (altos)?, algo pasa y la pregunta es ¿qué hacer para que esto cambie?”, reflexionó.

Enfatizó que se debe buscar la diversidad en las políticas de empleo, “las empresas tendrían que hacer un diagnóstico para saber su situación en este terreno”, anotó.

Cambio de mentalidad

La experta trajo a colación que en la Unión Europea y en muchos países se discute el tema. En tal sentido en Noruega se obligó a las empresas a tener 40% de cuota de mujeres, “pero no propongo que necesariamente Perú tenga que hacerlo mañana, eso solo puede ser efectivo si va con un cambio de mentalidad”.

“Ahí tenemos un rol los que trabajamos en la universidad, en formar a los ejecutivos y ejecutivas de manera diferente, con otra mentalidad. También tienen un rol las madres en educar a sus hijos, y las mujeres que trabajamos en no aceptar cierto tipo de condiciones. Esto hay que trabajar, aunque lentamente pero sostenible en el largo plazo”, puntualizó.

Valoración de la diversidad

Farber consideró que es necesario valorar en su exacta dimensión la diversidad en general, y citó el caso de la comida peruana, en la que se ha sabido manejar muy bien la diversidad de los sabores, pero que también involucra la mezcla de las culturas que hay detrás de ella, como la comida asiática y las tradiciones de nuestras poblaciones nativas.

“En el éxito de la comida peruana, lo importante es reconocer que eso viene de la gente, de los productores, de las empresas, de las mujeres que cocinan, por lo que hay que hacer que todas las empresas reconozcan esa diversidad del capital humano”, enfatizó.

Asimismo, planteó que las empresas tienen que empezar a desarrollar acciones para adaptar ciertos trabajos, como el de la minería en el campo, para facilitar el acceso de personal femenino.

“En muchos casos, si las mujeres queremos entrar a ocupaciones un tanto masculinas, tenemos que lidiar con barreras, desde los prejuicios, los horarios hasta los baños, por lo que muchas deciden no enfrentarse a esto, lo que es una pérdida de capital humano y un manejo ineficiente de la riqueza que tiene el Perú en su gente”, subrayó.

También tienen un rol las madres en educar a sus hijos, y las mujeres que trabajamos en no aceptar cierto tipo de condiciones. Hay que trabajar esto -aunque lenta- de forma sostenible en el largo plazo.

Farber señaló que la RSE con impacto positivo en equidad de género, requiere políticas activas para promoverla, si se quiere “un Perú con menos conflictos y menor exclusión”.

En tal sentido opinó “creo en las cuotas, aceleraron los procesos pero es cierto que hecha la ley hecha la trampa. Por ejemplo, si existe una cuota de 30% de mujeres en una empresa, puedo conseguir 30 mujeres, esposas de los ejecutivos; entonces si esto se toma a la viveza, siempre funciona”.

Agregó que las propias empresas deberían proponer y reconocer con hechos el valor de estas cuotas para cambiar la actual situación.
Estimó que si más del 50% de la población son mujeres, el tener 20% de mujeres ejecutivas no representa equidad en las posiciones altas, por lo que este proceso es aún ineficiente.