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Eva Arias es probablemente el mejor ejemplo de lo que hoy puede lograr una mujer en el sector minero. No solo es el rostro líder de Compañía Minera Poderosa, sino que ha comandado la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE) entre el 2013 y 2015, así como el desarrollo de Perumin durante el 2017. Ligada al ambiente minero desde sus primeros años, Eva Arias habla de su niñez en los campamentos, en la provincia de Pataz (La Libertad), con el cariño de quien recuerda los mejores años en el colegio.

Según un estudio realizado el año pasado por la consultora Downing Teal, la posición de la mujer en altos puestos ejecutivos de la minería mundial no llega ni al 2%. En el caso peruano, la participación de la mujer en el sector aún tiene una brecha muy grande por cubrir: según el “Informe de Empleo” del Ministerio de Energía y Minas (Minem), solo representa el 6.9% de la fuerza laboral en minería.

Sin embargo, el horizonte podría ser prometedor. Como señala el informe del Minem, entre el 2009 y el 2018 la participación de la mujer en puestos gerenciales ha mejorado, pasando de 9% a 12.1%.

Alexandra Almenara, presidenta de Women in Mining (WIM), una organización que impulsa la participación de la mujer en el sector, sostiene que, en aspectos administrativos y directivos, la presencia de la mujer en la minería no solo es cada vez más notoria y relevante, sino que le ha dado al sector otro tipo de vitalidad e impulso.

“Si formamos a nuestra gente sin importar el género, para desarrollarse en campos profesionales, técnicos y operativos que tienen demanda, lograremos romper las fronteras que se autoimponen muchas familias, al no querer que sus hijas encuentren un porvenir en este tipo de formación”, indica Jimena Sologuren Arias.

En efecto, más nombres femeninos aparecen en la directorios y en las placas de las oficinas gerenciales de las empresas mineras. María Alejandra Delgado, gerente general de Rio Tinto Minera Perú, es uno de ellos. Delgado lidera las actividades que viene realizando esta empresa en el país, al tiempo que es la directora de la Cámara de Comercio Canadá–Perú.

Otro ejemplo es el de Juana Rosa del Castillo, quien lidera el proyecto Zafranal, de una inversión de más de US$1160 millones. La arequipeña ha dedicado su vida profesional al sector minero, participando en el estudio y realización de varios proyectos de cobre y oro, tanto en el Perú como en el extranjero. Su capacidad de liderazgo también se plasmó en la gerencia general de Centromin Perú y la presidencia del Instituto de Geología, Minería y Metalúrgica del Perú (INGEMMET). En suma, una carrera por demás destacada.

Existen otros nombres que demuestran la competitividad de las mujeres en el sector, como Patricia Downing, vicepresidenta senior de Desarrollo de MMG Las Bambas; Julia Torreblanca, vicepresidenta de Asuntos Corporativos de Sociedad Minera Cerro Verde; Mariela García, CEO de Ferreycorp; y Verónica Marsano, CEO de Marsa. Todas ellas son una señal de que algo está cambiando en el sector.

MUJERES EN EL CAMPAMENTO

No obstante, el camino por recorrer aún es largo. El 6.9% de participación femenina en el mundo minero peruano queda corto frente al 8% de Chile, por ejemplo, y más lejos todavía del 17% de Canadá.

Si lo vemos en detalle, donde se ha logrado una mayor participación es en las actividades administrativas, un ámbito en el que se registra un 21.6% de mujeres. Distinto es el caso de las operaciones generales, donde este porcentaje es de 5.1%, y en las actividades de planta, donde apenas hay un 3.2% de mujeres.

Pese a que las empresas mineras están impulsando programas de equidad de género, hay aspectos que todavía juegan en contra del propósito de equilibrar la participación de género en el sector. Alexandra Almenara explica que uno de ellos es la jornada laboral atípica, que demanda que los trabajadores mineros se internen en una operación por 14 o 20 días. “Cuando una es madre o tiene una familia a su cargo, este régimen es complicado”, sostiene.

Por su lado, Jimena Sologuren Arias, subgerente de Responsabilidad Social y Comunicaciones en Compañía Minera Poderosa S.A., considera que hay una razón adicional que hace que de un universo de 209.449 de empleados que existen en el sector minero, solo 14.451 sean mujeres: la falta de capacitación y promoción de mujeres en carreras técnicas. “No podemos esperar que ingresen más mujeres al sector si en las universidades e institutos se siguen formando más hombres que mujeres”, remarca.

La ejecutiva sostiene que es necesario promover que más mujeres se interesen en estudiar carreras técnicas y oficios como conducción de maquinaria pesada, soldadura, electricidad, electrónica, informática, etc. “Si formamos a nuestra gente sin importar el género, para desarrollarse en campos profesionales, técnicos y operativos que tienen demanda, lograremos romper las fronteras que se autoimponen muchas familias, al no querer que sus hijas encuentren un porvenir en este tipo de formación”, indica.

SIN ETIQUETAS

Alexandra Almenara explica que la diversidad promueve mayor creatividad, mejores respuestas y resultados, nuevos liderazgos y nuevos ambientes de trabajo. En el Perú, felizmente, se están haciendo esfuerzos para ir en esa línea: así como Woman in Mining (WIM) promueve la diversidad en el sector minero, Woman in Energy (WIN) hace lo propio en el sector de la energía, alentando la equidad y la participación femenina en un sector altamente masculino.

Asimismo, el Ministerio de Energía y Minas instituyó el 2019 un Comité para la Igualdad de Género que aborda las causas y efectos de la discriminación estructural hacia las mujeres en estos sectores, apuntando a cerrar las brechas de género y de los salarios por género.

Estas acciones se encaminan a lograr cambios, pero servirá de poco si, como indican Jimena Sologuren y Alexandra Almenara, no se dejan atrás ideas encasillamientos como el que ciertas carreras no son para mujeres. Los ejemplos que nombramos son la prueba de que el género no debería ser una etiqueta excluyente, sino una invitación al crecimiento, el cambio y la diversidad.

Fuente: El Comercio