Minem lanza programa que pone en valor las Conductas Empresariales Responsables en el sector minero-energético

Una de las razones de los conflictos sociales en el Perú, en el que se tiene como actores a las empresas mineras y a las comunidades, se debe a los temores de los pobladores de lo que dicha actividad podría afectar a sus actividades agrícolas y ganaderas, además de los problemas del agua.

Carlos Herrera Descalzi, exministro de Energía y Minas, comenta que, si bien el Estado debería suplir ese espacio para la competitividad de las comunidades y el apoyo de las familias, se podrían realizar algunos proyectos que involucren la participación de las mineras, o de las mismas petroleras.

“Las empresas mineras sostienen que su rol se cumple cuando pagan sus impuestos o en el mejor de los casos destinan recursos para un fondo o fideicomiso, no se vinculan directamente”, menciona.

En los años que ha trabajado en proyectos sociales o de valor compartido, los problemas no son menores y los resultados no resultan muchas veces auspiciosos, cuyo panorama de conflictos no ha cambiado en el que hace cinco años el 62% de los conflictos eran socioambientales y en el reporte de mayo último, el 64% de los casos (80) se deben a la minería.

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A ello se suma que grandes proyectos se han paralizado como Conga, y hasta el momento Tía María, entre otras afectaciones por cierres de carreteras y demás.

Compras directas

Una de las razones que observa Carlos Herrera Descalzi, que surge desde el inicio, es la alta diferencia de productividad entre las mineras y los agricultores o ganaderos de las zonas.

Y, aunque este no es un problema de las mineras, la realidad los impacta a ellos.

En esa realidad las empresas se instalan y desde que requieren de alimentos para su personal no se realizan en la zona, debido a los “estándares” que poseen, sino que se traen desde fuera.

“Esto es lo que observan las comunidades, quienes veían la posibilidad de abastecerlos, pero no forman parte de la cadena”, indica, y aunque surgen iniciativas para integrarlos, no forman parte de las iniciativas de la empresa.

“Las mineras u otras empresas extractivas poseen un alto know how en tecnología y ello debería impulsarles a incorporar proyectos para abastecer a las operaciones en campo, incorporando la producción de las comunidades para los insumos que requieren de la zona”, afirma.

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Con ese nivel de tecnificación se podría elevar su productividad, no solo para abastecer de productos alimenticios, sino la posibilidad de abastecer a otras zonas del país o eventualmente exportarlos.

“Esta no es una actividad propia que debe hacer la minera, pero deben realizar un balance entre el costo que implica y el impacto en el retorno de la inversión que puedan tener”, sostiene.

Empresas de soporte

La simbiosis que se busca entre agro y minería, a veces se desvanece con los problemas logísticos y las micro parcelas que poseen algunas familias, además del agua.

Hace tres años, el Instituto de Ingenieros de Minas del Perú (IIMP) destacaba los esfuerzos en la inversión por S/ 1,000 millones en infraestructura, vía obras por impuesto en 10 años, alrededor de US$ 32 millones por año.

Fuera del monto, lo que destaca Herrera Descalzi, es que las mineras no se involucran de manera directa con las iniciativas.

Y aunque reitera que, en estos modelos debe participar el Estado, la complejidad de las entidades con el control o temores que existe desde la Contraloría, hace que no sea eficiente. A lo que se suman los problemas de corrupción.

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Por ello, el exministro sostiene que las mineras podrían incorporar empresas -que cumpliendo sus niveles de exigencia de metas- puedan ayudar a fortalecer la cadena productiva de su área de influencia.

“Hay experiencias muy interesantes como en Puno, en donde una minera ha creado un invernadero, pero lo mismo se puede desarrollar en toda la zona. Trasladar esa experiencia a las comunidades de la zona”, refiere.

Asociatividad bajo revaluación

Cada vez que se menciona la asociatividad, no todos logran metas deseadas, o quedan en escalas muy pequeñas. La formación de una empresa que tenga como socios a los mismos productores, con un soporte externo, que podría ser de la misma minera, podría ayudar en articular los modelos de negocios en las zonas.

“Las mineras tienen nivel de metas y exigencias que poco a poco podrían ser trasladados a los mismos agricultores”, indicó.

Herrera Descalzi menciona que este debería ser un esquema para articular la cadena logística de producción de la zona, agrícola o ganadera, dada que como se mencionó líneas arriba está muy parcelado.

Fuente: Gestión