Carlos Paredes

Por: Carlos Paredes, economista y docente universitario.

Hay oro. hay cobre… ¡y el pueblo sigue pobre! // Hay oro, hay cobre… ¡y el pueblo sigue pobre! // Hay oro, hay cobre…
Compatriotas, ¿Cómo es posible que haya tantos pobres en un país tan rico? ¡No más pobres en un país rico!
¡Urgente, urgente!… ¡Nueva Constituyente! // ¡Urgente, urgente!… ¡Nueva Constituyente!

1. Estos estribillos tan utilizados en la campaña electoral de Pedro Castillo parecen estar convirtiéndose en parte importante de la narrativa oficial del Gobierno. Aunque esta narrativa no es nueva, se estaría paralizando. Y, al propagarse como un virus, se puede convertir en una creencia compartida, en una aparente verdad; incluso, en un supuesto hecho comprobado que debería servir de base para la formulación de políticas públicas y orientar el quehacer del Estado.

2. El último libro de Robert Shiller, premio Nobel de Economía 2013, se titula “Narrativas Económicas”. En él, el autor nos muestra con una serie de ejemplos relevantes cómo ciertas narrativas populares sobre la economía llegan a vitalizarse y terminan transformando los mercados. Al margen de que sean ciertas o falsas, estas historias se transmiten rápidamente, en forma similar a los virus. Estas narrativas crean percepciones que afectan el comportamiento individual y colectivo y, por lo tanto, eventualmente pueden terminar teniendo un gran impacto en la economía y en las vidas de las personas y las sociedades.

3. Evidentemente, cuando una narrativa equivocada o falsa se vuelve viral puede terminar afectando negativamente al bienestar de la población. Probablemente, este sea el riesgo que corremos con la narrativa creada a partir de los estribillos de la última campaña electoral. ¿Qué implica “no más pobres en un país rico?” o ¿“Hay oro. hay cobre… ¡y el pueblo sigue pobre’”? ¿Sería un llamado para que el Gobierno emule a Robín
Hood? ¿O se trataría del preámbulo a la estatización de las empresas que explotan nuestros recursos naturales? Analicemos si esta narrativa es correcta y refleja la verdad.

4. ¿Es acaso el Perú un país rico? Recordemos que la riqueza o la pobreza son conceptos relativos y que nosotros, a pesar de nuestros recursos naturales, somos un país con un ingreso per cápita 31% por debajo del promedio mundial y 25% por debajo del promedio de América Latina y el Caribe. ¡De ricos, ni el recuerdo! Sin embargo, en los últimos 30 años progresamos mucho; y nuestro ingreso per cápita creció mucho más rápidamente que el promedio mundial y más del doble que el de América Latina. El crecimiento sostenido permitió sacar a millones de peruanos de la pobreza y el Perú escaló algunas posiciones en la distribución mundial del ingreso. La mejora con respecto a las décadas de los 70 y 80 – cuando justamente ahuyentamos al capital privado y proliferaron las empresas públicas- fue sustancial. No debemos olvidar nuestro pasado reciente, y menos aún tergiversarlo con una narrativa equivocada.

5. Para construir una narrativa que tenga sentido es importante recordar que los minerales, el gas y el petróleo siempre estuvieron aquí, en nuestro subsuelo; lo que permitió que estos recursos generasen riqueza fue la inversión privada y el trabajo de los peruanos. Si ahuyentamos la inversión y el capital se va en vez de venir al Perú, en no mucho tiempo escucharemos en plazas y calles: Hay oro, hay cobre… ¡pero ahora el pueblo está más pobre! // Hay oro, hay cobre… ¡pero ahora el pueblo está más pobre! // Hay oro, hay cobre…

6. Hay que vacunamos contra las narrativas falsas o equivocadas, y hacerlo a tiempo, antes que se propaguen y diezmen a la población y a la economía. El Perú no es un país rico, nuestros recursos valen poco sin el capital y el trabajo que los extraiga del subsuelo y los pongan en valor en el mercado. No nos engañemos con estribillos de campaña.