Gonzalo Quijandría
(*) Por Gonzalo Quijandría 

No entiendo el sentido del “cualquier cosa antes que Keiko”. En 1997, a los 26 años tuve que renunciar a un trabajo para el que tenía futuro por presiones del gobierno, recibí amenazas y vi personas ir a prisión injustamente en el régimen de Alberto Fujimori.

Debo reconocer que vi también crecer el país como nunca, pacificar el país, salir de la pobreza a millones de peruanos y he sido testigo directo de la creación de millones de puestos de trabajo digno que no existían en nuestro país.

No puedo ser fujimorista, no después de lo que viví durante la época de Montesinos, pero también tengo recuerdos vivos de mi adolescencia, he vivido la inflación y la violencia terrorista, que se llevó amigos. He visto mi casa destrozada por un coche bomba por vivir frente a un edificio de una empresa extranjera. Sé lo que es el terrorismo y que este término debe ser usado para sus ejecutores y defensores por igual.

En todos esos años, los anteriores y los de Alberto Fujimori, no recuerdo haber escuchado la voz de ninguno de los que hoy me dicen “Keiko jamás”, o porque no habían nacido o porque no levantaban la voz como lo hacen ahora.

He pasado los últimos 20 años trabajando cerca a gobiernos regionales y municipales que repiten el discurso que hoy tiene Pedro Castillo, y veo con pena el daño que hacen a sus pueblos. La mayor parte de esas autoridades hoy están presos o procesados, y sus partidarios son parte de Perú Libre.

Creo que tengo suficientes experiencias vividas directamente, no leídas, vividas, para tomar la mejor decisión para mi país; he visto ambos lados que se presentan hoy a elecciones (aunque uno de ellos llevado a un extremo), y no existe peligro mayor para nuestro país que Pedro Castillo. Es el peligro mayor hoy para nuestra precaria democracia, para nuestra débil economía, para enfrentar a la pandemia y para la unión de los peruanos.

(*) Consejo Editorial ProActivo