VICTOR GOBITZ

El cobre puede incidir rápidamente en la transformación positiva del país. El logro de la puesta en marcha de proyectos en cartera del metal rojo solo será posible con la reflexión y el consenso sobre los beneficios en infrastructura que conlleva este tipo de industria que ya cuenta con un posicionamiento global ante destacadas entidades técnicas, profesionales, de investigación y financieras, entre otros. Los argumentos los detalla Víctor Gobitz, presidente de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía (SNMPE), y CEO de Antamina. En entrevista con ProActivo también habló sobre cómo la formalización minera con trazabilidad puede ser catalizadora de un naciente sector de proveedores mineros peruanos, en un espacio nicho.

Por Mónica Belling

Durante el PDAC hubo mesas de encuentro con empresarios e inversionistas ¿Cuál fue la principal preocupación para quienes ven a Perú como lugar de inversión minera?
Fue importante que estuviéramos con la directora gerente de la SNMPE Ángela Grossheim; y con el ministro de Economía y Finanzas, José Arista, porque de cara a los inversionistas mostramos coherencia en el mensaje de los planes de acción del Poder Ejecutivo. Destacamos el potencial existente y por desarrollar en el país, así como el ecosistema integrado por organismos del Estado como SENACE, la ANA, el Ministerio de Energía y Minas (MINEM), y proveedores de bienes y servicios. También expusimos los desafíos tales como lograr agilidad en los permisos, sin cambiar el estándar; y la necesidad de armonía y agilidad en los acuerdos para el acceso a las tierras. Y hablamos sobre la minería informal e ilegal. Los inversionistas quedaron agradecidos porque les dimos una visión de las cosas positivas y los desafíos que enfrentamos conjuntamente.

¿Qué avances hay sobre los permisos y la Ventanilla Única Digital (VUD)?

Hoy la VUD es una plataforma en línea que permite compartir información de diferentes entidades que intervienen en los permisos, MINEM, SENACE, el ANA, SERFOR, SERNANP,
y otras según el proyecto, estén comunicadas. Es un primer esfuerzo que hace visible los diferentes puntos de vista del proyecto en cada entidad del Estado, que muchas veces lleva a preguntas redundantes y observaciones contradictorias con diferentes estándares.
Lo ideal sería que la VUD se convierta en una mesa única, en la que esté representado el Estado y de manera conjunta se puedan tomar decisiones y alinear expectativas sobre el proyecto para que ese proceso de revisión sea más corto. Eso es importante.

¿Cómo lograr resultados en la discusión sobre la minería ilegal?

Esta discusión tenemos que llevarla al Estado, por eso buscamos hacer visible que esta actividad económica tenga trazabilidad porque tiene una dimensión muy grande, y varias aristas. No paga impuestos, pero si uno antepone a la persona, hay la promoción para que jóvenes se expongan a realizar actividades muy riesgosas para su vida, aunque obviamente es consecuencia de la falta de empleo y la recesión económica.
Este sistema perverso se ha “regularizado” con el REINFO, y dado que el precio del oro está arriba de los 2.200 dólares la onza, genera un incentivo.
Por eso reitero “hay que separar la paja del trigo”. La paja, es lo que no tiene valor, es la forma irresponsable de gente que está lucrando; y el trigo, son las personas.
Se estima que hay entre 400 mil y 500 mil jóvenes haciendo esta actividad. Al final vemos que la producción de oro, con este “hormigueo de extracción”, permite una venta adicional de casi 2 millones de onzas al año. Hay que involucrarnos todos para la formalización y abrir un diálogo para tener claridad en cómo hacerlo. La trazabilidad hará que pague impuestos, y que las personas en la pequeña minería y artesanal trabajen con mejores estándares de cuidado de su vida y con prestaciones de salud, que hoy no tienen. Si se resuelve el problema, levantas la productividad, cambias los costos y formalizas la industria.

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¿Existe alguna propuesta concreta para esta intervención entre el Estado, las empresas, y la sociedad en general? ¿Qué hay de la minería del cobre?

La geología de Perú es muy bondadosa y tenemos un portafolio de proyectos de cobre que desarrolla una industria que es distinta al oro. Tiene otros volúmenes y requiere niveles de inversión muy altas. Eso estimula una logística de ingreso y salida que ayuda a desarrollar la infraestructura que carece el Perú y tiene impacto positivo en la economía nacional.
Si uno quiere claridad en cómo desarrollar ese portafolio, si uno mira en frío, hay un tremendo clúster en el norte, en Cajamarca; y otro clúster en el sur, en la zona de Apurímac. Son yacimientos de tal magnitud que requieren infraestructuras en energía, agua industrial, carreteras, puertos, y eventualmente infraestructura común para mover los concentrados hacia la costa. Ahí necesitamos que el Estado sea el gran promotor de atraer y poder consensuar las diferentes posiciones que pueden tener las empresas privadas con proyectos e iniciativas de inversión, para unirlo con la estatal ProInversión, y promover vía concesiones, la infraestructura necesaria.
Tanto los clústeres del Norte y del Sur están en regiones de sierra sin costa, por lo que es necesario debatir y consensuar cuál será la infraestructura común compartida para llegar a la costa. Eso se requiere del Estado.
Actualmente, esos niveles de inversión escapan propiamente a un proyecto minero y si no logramos ese consenso y planificación de largo plazo, lamentablemente esa lista de proyectos va a quedar por muchos años en lista, nunca en construcción ni en operación.

¿Cuáles son las repercusiones económicas de la minería ilegal para el Estado?

En la SNMPE hemos hecho un cálculo con modelos econométricos. Se estima que el impacto es 2,5 % de menos del PBI. Son no menos de 500.000 personas que de manera directa hacen esa actividad, si lográramos como país traer este contingente de compatriotas a la formalidad, el impacto en la economía en el país va a ser importante.
Actualmente tenemos una informalidad laboral muy grande, y eso en el largo plazo nos puede traer un problema muy serio.

Es posible ayudar a los mineros artesanales a desarrollarse de manera tecnificada.

Así es. Y ahora veamos la parte técnica que está al límite de la formalidad. Operan con costos muy altos, fuera del mercado, y con poco acceso a la tecnología.
Conozco a la industria nacional y la capacidad metalmecánica en el Perú. La pandemia me permitió conocerla de cerca.

Por eso estoy seguro que si ese sector de la economía informal que produce casi dos millones de onzas, lo traemos a la formalidad, además de mejorar la calidad de vida de las personas, se genera una mejor integración y encadenamiento con la industria local.
Estoy seguro que con la tecnología local y la inventiva que tenemos podemos lograr que esa industria, hoy invisible y con bajos estándares, puede levantar su productividad y así tengamos la oportunidad de convertir esta crisis en un círculo virtuoso.

Puede incrementar el número de proveedores en el ámbito minero, como en Australia.

Sin duda. Por ejemplo, en la industria minera mundial, los grandes negocios en volúmenes son en este orden: carbón, hierro y aluminio. Después vienen metales en concentraciones menores: cobre, zinc y plomo. Finalmente está el oro, que es de menor volumen y alto valor.
Así, los grandes proveedores desarrollan e invierten en tecnologías que empiezan en la industria del carbón, llegan a la industria del hierro, o a la del aluminio, y después a la industria del cobre. Sin embargo, hay poco incentivo para esos grandes proveedores de tecnología que analizan cómo mejorar la tecnología de las vetas angostas (oro).
Perú tiene la virtud de tener esa gama de yacimientos, y la industria nacional debería enfocarse ahí. Justamente ese sector, que los grandes proveedores de bienes y servicios, desarrolla para la gran industria global de minería y no ven al de vetas angostas de oro porque es menos atractivo.
De lograr que nuestra industria local se enfoque en eso, estoy seguro que podemos tener sorpresas bien interesantes de mejoras tecnológicas que aún no se aplican. Formalizada toda la cadena productiva, el país gana.

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Pasando a otro tema, ¿cuáles son las expectativas que tiene Antamina luego de la aprobación de la MEIA?

Ha tomado cuatro años y medio obtener la aprobación de un proyecto que es una extensión de vida, no es un incremento de producción, es de ingeniería en la misma huella operativa y ambiental. Por lo tanto, no hay compra de tierras; y los componentes ya se conocen, así como los impactos y su área de influencia.
Uno se pone a pensar, ¿si una mina existente en la misma huella operativa tomó ese tiempo?, ¿Cuánto tiempo toma obtener el permiso de un proyecto nuevo greenfield? Esa es la reflexión pendiente con las autoridades. ¿Cómo hacemos para que -sin cambiar los estándares- los plazos se abrevien?

Regresando a Antamina, luego de la MEIA, corresponde obtener la autorización de construcción, que se haga la inversión y la autorización de operación. Eso en el ámbito minería, pero como es un proyecto de ingeniería muy robusto y con mucha información, no vemos ahí una dificultad.

Para cuándo creen que esté operativa

Son varios componentes aprobados, algunos toman más tiempo que otros. En los próximos cuatro o cinco años van a ir saliendo. Lo importante es que permitirán extender la vida de Antamina del año 2028 a no menos del 2036, y la inversión es de unos 2000 millones de dólares.Trabajamos cuatro años y medio, sin contar los que vienen en trámite. Ese es el punto de atención. Antamina desarrolla una serie de proyectos sociales.

¿Cómo marchan en el relacionamiento con las comunidades?

Antamina es una operación de gran minería, es el primer productor de cobre, de zinc, y de plata en el Perú. Es una dimensión importante. En el portafolio del Perú también hay proyectos equivalentes y operaciones equivalentes a Antamina, como puede ser Cerro Verde, Chinalco, Toromocho, Antapaccay, Cuajone y Toquepala.
Quiero destacar que en el transcurso del proyecto, se desarrolló un corredor económico que empieza en San Marcos, Huari, a 4.500 metros de altura, y llega a Huarmey, en la costa. A lo largo de
ese corredor hicimos una inversión muy importante, porque tenemos que hacer infraestructura, para la logística de subida de materiales, personas y equipos, entre otros; así como una logística de bajada, porque finalmente la producción se exporta.
Debido a que son proyectos de larga vida, el impacto económico en ese corredor es significativo. Obras por Impuestos nos ha permitido hacer infraestructura clave, se está construyendo hospitales y hay mejoras en agua y saneamiento.
Desde el inicio invertimos en energía, telecomunicaciones, carreteras de acceso asfaltadas, y claramente creemos que el impacto no solo es en el empleo local, hay también empleo indirecto por los contratistas locales. A su vez Antamina ha invertido de manera importante en educación, no solo en cemento. Tenemos una inversión significativa en Enseña Perú.
Creo que la industria el día de hoy es muy consciente que al final, en el balance, tiene que dejar un impacto positivo.
Cuando uno mira el portafolio del Perú, esos casi 40.000 millones de dólares en proyectos solamente de cobre, de gran dimensión, tajos abiertos, y que generan estos corredores económicos; debería ser parte de la ecuación, de la planificación del país de largo plazo, ese es el mensaje.

¿Qué nos falta para que este y los próximos gobiernos tomen seriedad al cobre para el desarrollo de los peruanos?

Todos tenemos que hacer el esfuerzo. Si propicio y promuevo la discusión de la coyuntura, y no me encargo de mirar a largo plazo, lo que siempre vamos a fomentar son caudillos, de los que estamos llenos con frases y gestos, pero ningún debate de fondo de largo plazo. En eso creo que todos tenemos que hacer el esfuerzo.

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¿En ese contexto qué traerá el Simposio? 

El Simposio es el evento emblema de la SNMPE. Nació como Simposio del Oro, luego se llamó Simposio del Oro y el Cobre; y como somos un país con una producción de metales significativa, también en plomo, zinc, estaño, hierro, plata. Consideramos llamarle solo el Simposio.
Es un evento internacional donde vendrán varios CEOs globales, varias firmas de análisis de inteligencia y mercado globales, y esperamos que sea un espacio de reflexión con lo que acabamos de hablar, de lograr hablar de temas de coyuntura, como los temas de los permisos y la minería ilegal. Pero principalmente tratar de que sea un espacio donde podamos mirar más allá de la coyuntura, que logremos promover y propiciar una agenda de largo plazo.

¿Cómo se aprecia a Perú con el cambio a tercer productor de cobre?

El mundo consume hoy, 25 millones de toneladas de cobre al año y muy poco proviene del reciclaje porque es muy difícil, tendría que uno estar recogiendo todos los cables eléctricos, artefactos eléctricos y no es el caso. Ahora, Perú produce 2,5 millones, un 10% de la producción mundial; y Chile, 5 millones, el 20% de la demanda. Son países que juntos tienen además el 40% de las reservas de cobre. Esa es la dimensión de la oportunidad que existe, y se espera que al 2050 se duplique la demanda. Son casi 50 millones de toneladas de cobre al año. No cabe duda que tiene que haber un incremento en la producción; y esa reserva y proyectos de cobre en Perú, pintan muy bien.
La República Democrática del Congo nos habrá desplazado del segundo lugar, pero hay que aclarar. Si uno mira al Congo en el mapa del mundo, es un país que no cuenta con costa. Es un cinturón de cobre en la parte central sur de África con un tremendo desafío logístico. Pueden llevar el concentrado hacia Sudáfrica o Angola, países con capacidad portuaria, pero los concentrados que producen demoran entre 50 o 60 días hasta llegar al puerto.
Si bien el Congo nos ganó el año pasado en producción, no es así en exportación. Seguro hay mucho cobre “caminando” llegando al puerto, pero está en un almacén, sin haber sido exportado. Es decir, operan con costos muy altos, sin un ecosistema como el que tiene Perú. Sin proveedores de bienes y servicios, contratistas, personal técnico adecuado, profesionales, o equipos de finanzas especializado en minería. Carecen de un ecosistema e infraestructura, y del marco legal y tributario que hay en Perú.
Ellos operan minas de leyes muy altas, entre 4 y 5 por ciento de cobre, porque tienen que pagar toda esta ineficiencia. Sin infraestructura ni ecosistema seguirá siempre operando con altos costos. Por eso, no se trata quién gana en producción, el tema es quién gana en usar el cobre para el desarrollo de su país.
En Perú, en el caso del cobre, está claro que habrá una demanda creciente en el mundo por la descarbonización hacia la economía verde, y el país tiene la oportunidad de hacer la reflexión, el diálogo y el consenso, para usarlo como un pilar del crecimiento.
Congo tiene otro desarrollo, y le va a tomar tiempo lograr la madurez que Perú tiene. Perú es organizador de PERUMIN, que después del PDAC, es el que marca la hora. Esa es la dimensión que alcanzamos. No hay que mirar el jardín del vecino, hay que mirar el nuestro, y cómo uso mi jardín en beneficio de mis habitantes.