El director del Centro de Responsabilidad Social en Minería Sostenible de la Universidad de Queensland- Australia, David Brereton, recalcó que el compromiso con las comunidades debe ser la prioridad para las compañías mineras en los proyectos que desarrollan en todo el mundo, incluido Perú.

“No sólo se trata de un proceso que se tiene que pasar para lograr la aprobación de un proyecto o cuando hay que enfrentar una crisis”, advirtió el experto al dictar una conferencia sobre “Compromiso con las comunidades en lugares desafiantes”.

Precisó que en ese contexto, compromiso significa: diálogo, un genuino intento por entender.

“Compromiso no quiere decir venderle tu proyecto a la gente, es otra cosa: es diálogo e intercambio. Un compromiso efectivo que con el tiempo forma conocimiento y confianza entre la comunidad y la empresa”, sostuvo, trayendo a colación la larga experiencia que tiene sobre el tema en Papúa Nueva Guinea, región de Melanesia, cuya minería “tiene algunas características similares a la de Perú”.

Agregó que ese compromiso debe ser inclusivo. “No es sólo hablar con los más poderosos de la comunidad, tiene que ser un proceso bastante amplio, que involucre a toda la población del entorno”, acotó.

Asimismo, consideró que es importante que todos los actores “estén leyendo de la misma página”, que debe haber una alineación vertical y horizontal en la forma en que los proyectos interactúan con las comunidades.

“Puedes tener al mejor equipo en relaciones comunitarias pero sus esfuerzos quedarán en nada si los otros departamentos del proyecto van en diferente sintonía. Esta es una de las cosas más difíciles para las compañías. A menudo, cuando las cosas van mal es debido a problemas en la alineación interna de la compañía”, explicó.

Aminorar el paso de los proyectos

Afirmó que las empresas mineras deben tener en cuenta, la necesidad de aminorar el paso en el desarrollo de sus proyectos.

“Es quizá algo provocador que algunas veces tengas que aminorar el paso. Entiendo el tema del costo del capital y las expectativas económicas de las empresas, pero enfrentarse cuando hay resistencia de comunidades, cuando estas no entienden la minería y lo que se está haciendo, es contraproducente, y al final reduce el valor de los bienes a largo plazo”, reforzó.

Sin embargo, el especialista opinó que actualmente existen compañías líderes alrededor del mundo que reconocen esta situación, pero otras siguen subestimando la cantidad de tiempo que se necesita para el proceso de desarrollo de sus proyectos, “Para entender a las comunidades, entablar relaciones y demostrar buena voluntad”.

“Así que minería es donde el antiguo adagio ‘algunas veces mayor apuro significa menos velocidad’ es aplicable.

Melanesia brinda muchos casos de estudio para apoyar esto y estoy seguro que también se puede aplicar en Latinoamérica”, manifestó.

Mala evaluación cultural

Abundando en mayores detalles sobre el tema, afirmó que la minería enfrenta grandes dificultades por una mala evaluación cultural, histórica y geográfica de las comunidades donde operan sus proyectos.

“Muchos de esos factores que llevaron a conflictos escaparon del control de compañías”, puntualizó.

“(Las empresas) no entienden problemas, no se comprometen de forma correcta, no aprecian por ejemplo la importancia de conflictos y divisiones sociales ya existentes, en las que sus actividades puedan causar impacto”, alertó.

Añadió que también incide la inconsistencia en las respuestas que dan las diferentes partes de organización, al tratar con las comunidades.

“Se falla en las señales de advertencia, que no fueron notadas debido al inadecuado compromiso, a la poca información sobre lo que ocurría en la comunidad, las quejas no fueron abordadas adecuadamente por falta de los mecanismo correctos, a lo que se suma la desigual distribución de beneficios, que crea y aviva los conflictos entre las comunidades y las compañías”, subrayó.

Mineras asumen papel del Estado

De otro lado, Brereton dijo que en Papúa Nueva Guinea, como ocurre en algunas zonas del Perú, las mineras cubren la ausencia del Estado, y asumen el rol que le compete a éste en la construcción de obras de desarrollo.

“Se pueden tener muchas conversaciones filosóficas sobre si son las mineras las que deben dedicarse o no a realizar proyectos como educación y salud, que son responsabilidades del Estado, pero cuando éste no asume esa función, no queda otra opción que ofrecerlo”, indicó.

Refirió que las compañías en Papúa Nueva Guinea han hecho eso para persuadir a las comunidades sobre los beneficios que traerían sus proyectos mineras.

“En buenas prácticas corporativas han sido pragmáticos acompañando en responsabilidades al gobierno”, remarcó.