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Por: Domingo Drago, presidente de Rumbo a PERUMIN 

Hay dos temas que desde hace algunos años vienen marcando la agenda de desarrollo sostenible a nivel mundial: el cambio climático y la inclusión. Naciones Unidas, por ejemplo, advierte que son temas indisolublemente vinculados y que no tiene mucho sentido analizar uno de los términos sin tener en cuenta el otro.

Y en el Perú, se ha identificado además una legítima preocupación y activismo en diversos sectores de la sociedad (autoridades, empresas, organizaciones civiles, etc.) para dar a estos temas la prioridad que merecen. En ese sentido, todas las organizaciones cuentan con el potencial para poder incorporar buenas prácticas para generar un mejor desempeño hacia sus públicos de interés. Si vamos más a detalle, la puesta en marcha de criterios vinculados a factores ambientales, sociales y de gobierno corporativo (ESG por sus siglas en inglés) trae grandes réditos para las empresas.

Aumento de productividad de los trabajadores, promover mayor transparencia en las operaciones, mejorarla gestión de riesgo e incursionar en nuevos mercados, son parte de estos. ¿Y el Estado puede hacer algo al respecto?

Desde luego que sí. El Estado tiene el rol de regular y supervisar las actividades empresariales, así como velar por la publicación de políticas nacionales que promuevan la incorporación y la puesta en marcha de los criterios ESG, a través de los distintos ministerios, colaboraciones con organismos internacionales o propios, entre otros. Si vemos el sector privado, podemos decir que no es ajeno a estos temas.

Una de las industrias que viene trabajando en temas de inclusión es la minera y los resultados se vienen reflejando en algunas empresas del sector. A manera de ejemplo, BHP Chile presentó un análisis en el pasado Rumbo a PERUMIN “Evolución de temas Ambientales, Sociales y de Gobernanza (ESG) en la minería”, donde señaló que la incorporación de mujeres a sus equipos de trabajo aumentó la productividad de la empresa en 11%. Además, destacaron que su operación minera Spence tiene la más alta representación femenina en dicho país con un 37%, triplicando el promedio nacional que solo alcanza el 12%. Viendo estas cifras es válido preguntarnos, ¿cómo se encuentra el Perú en este ámbito?

En nuestro país, la participación de la mujer en el sector es de un 6%, cifra que representa un gran desafío para la industria. Gold Fields, por su parte, ha reportado tener más del 25% de representación femenina en 2021 y2022; destacando sus esfuerzos por construir espacios respetuosos y seguros. Y es que en el sector minero se debe destacar el trabajo de algunas organizaciones que impulsan temas de diversidad e inclusión, como Women in Mining Perú (WIM Perú). Actualmente, la organización cuenta con 2,000 asociadas que impulsan estas iniciativas de manera conjunta con más de 40 aliados estratégicos, entre empresas mineras y proveedores. Por ende, podemos afirmar que existe una tendencia creciente de empresas que desean generar ambientes inclusivos no solo por cumplir una normativa legal, sino para que la organización se haga cada vez más atractiva.

Como sector que impulsa el trabajo en conjunto con diversas industrias para generar desarrollo para el país, la minería también toma medidas para mitigar los efectos del cambio climático. Estos se vienen manifestando con mayor intensidad y prueba de ello es el actual fenómeno de El Niño costero que estamos viviendo y que ha traído grandes estragos con el aumento de precipitaciones, altas temperaturas, inundaciones y sequías. Ante ello, se vienen desarrollando actividades que articulan el desarrollo empresarial y la preservación del ambiente y sus recursos. Asimismo, las empresas también toman cartas en el asunto. Antamina, por ejemplo, ha trazado tres nuevas metas ambientales de cara al año 2036: priorizar la preservación de la biodiversidad del Parque Nacional de Huascarán (debido a la proximidad de sus operaciones), la implementación de un modelo de economía circular (reutilizando los residuos generados por la actividad minera) y la implementación de medidas internas, como reducir su propia huella de carbono y mejorar su eficiencia energética. Gold Fields, por su parte, recientemente recibió por segunda vez consecutiva la Certificación Internacional IREC por realizar sus operaciones utilizando energía de fuente 100% renovable.

Si bien las organizaciones del sector se encuentran en un proceso de implementación de criterios ESG en sus políticas corporativas, esto no solo se viene realizado como una iniciativa particular, sino como parte de un compromiso con el ambiente y el país. Prueba de ello son los compromisos asumidos en la Comisión de Alto Nivel de Cambio Climático que apuntan a reducir en 40% las emisiones de GEI hacia el año 2030. Estas incorporaciones, sin distinción, buscan que la industria minera sea cada día más competitiva e inclusiva, ya que el mundo se encuentra en constante cambio y las empresas deben adaptarse mejóralos nuevos entornos y retos que se presentan. No solo es el tiempo, sino también el compromiso lo que hará que logremos una transformación completa en este importante sector para la economía del país. Las opiniones vertidas en esta columna son de exclusiva responsabilidad del autor. No solo es el tiempo, sino también el compromiso lo que hará que logremos una transformación completa.

Fuente: Suplemento Minería (Gestión)