Foto: Odebrecht

La oficina de Operaciones Estructuradas de Odebrecht utilizó un sistema secreto de control de información y de las comunicaciones, cuatro niveles de cuentas bancarias en paraísos fiscales y una estrategia para evitar que los transportadores del dinero, se pudieran quedar con los fondos.

Así aparece en las declaraciones de delación premiada realizada ante el juez Sergio Moro, por los directivos de la constructora acogidos a la “delación premiada”, en especial las de Hilberto Mascarenhas Alves da Silva Filho y Luiz Eduardo Soarez, exoperadores de Odebrecht vinculados a dicha oficina.

Esta división especializada de la empresa fue creada el 2006, aunque los sobornos se venían pagando, al menos, desde los primeros años de la década de los ’90. Se creó para un mejor control de la creciente cantidad de dinero que se desviaba para el pago de sobornos y financiamiento político, dentro y fuera de Brasil.

Según la declaración de Hilberto da Silva para un menor manejo y control del dinero se desarrolló la versión “B” del sistema de tesorería oficial de la empresa conocido como “MyWebDay”. Esta versión fue almacenada en servidores de la constructora en Angola.

Pero, el sistema siempre se caía y cuando un funcionario del área de tecnología logró visualizar el programa “MyWebDay-B” decidieron cambiarlo de lugar, para mayor seguridad.

Entonces, el programa se instaló en servidores en la ciudad de Ginebra en Suiza. En el mismo local se instaló el sistema de correos electrónicos llamados “Dousys” para las comunicaciones entre los directivos y operadores de Odebrecht y la comunicación con los bancos.

La fiscalía Suiza intervino ambos sistemas en febrero del 2016, al detener a Fernando Migliaccio, uno de los directivos que manejaba las cuentas secretas. Se calcula que el sistema almacena más de dos millones de documentos encriptados. El proceso de abrirlos no es fácil, ni rápido.

Luiz Eduardo Soarez declaró que el flujo de dinero también contó con un método de ocultación de cuatro niveles de cuentas bancarias, en Panamá, Suiza, Andorra, Uruguay, Islas Virgentes, después que el dinero salía de la empresa, a través de subcontratos.

Los subcontratos abastecían de dinero al segundo nivel de cuentas, que Soares habían abierto a nombre de terceros. En seguida, el dinero se movía a un tercer nivel de cuentas específicas, y luego a un cuarto nivel, manejado por operadores financieros de confianza de la empresa.

Los operadores financieros se reportaban como beneficiarios finales ante las entidades bancarias, antes de pasar el dinero a los destinatarios finales: los políticos o funcionarios corruptos. El sistema buscaba borrar así la huella de Odebrecht sobre el dinero.

También se estableció una estrategia para evitar que los transportadores del dinero pudieran robar o quedarse con parte o todo el dinero.

Cada movimiento de dinero desde que era desviado hasta que llegaba a los políticos corruptos era reportado en los correos del sistema “Dousys”, De esta manera, los operadores de Odebrecht siempre tenían un control de cuánto había en el fondo, cuánto salía de cada cuenta, para qué o quién salía y cuánto había llegado a una cuenta o destinatario final.

Fuente: La República