ProActivo | Perú es un país que destaca por su geología, producción polimetálica y calidad de sus yacimientos. Además, las inversiones nacionales y extranjeras continúan siendo importantes debido al buen ecosistema que se ha generado en el entorno minero. Sin embargo, todavía existen desafíos por superar, sostiene Víctor Gobitz, CEO de Buenaventura, quien rescata las fortalezas de nuestro país para ser uno de los líderes en la producción de metales. Aquí la entrevista para ProActivo.
¿Cuál es el panorama socioeconómico en el país, respecto a las inversiones mineras?
Perú destaca por su geología, por la calidad de sus yacimientos, nivel de producción alcanzada en cobre, plomo, zinc, estaño, oro y plata. Además, el país ha logrado generar una suerte de ecosistema: Tenemos operaciones y proyectos de las principales empresas mineras del mundo, junto a empresas nacionales con estándares internacionales.
Están las proveedoras de bienes y servicios, de bienes de capital, equipamiento, software, consultoría y también las contratistas que hacen trabajos de muy buena calidad. Es una suerte de ecosistema muy favorable; y además tenemos un marco jurídico normativo que, si bien recibe críticas para que sea menos frondoso, permite invertir.
¿Cuán importante es el PDAC?
Este evento es muy saludable, es el lugar a dónde vamos a explicar dónde están los desafíos que como industria tenemos.
¿Cuáles son esos desafíos?
Uno es esa frondosa tramitología, el país ha crecido, y también en burocracia. Son más de nueve instituciones que tienen que observar, revisar y opinar sobre un proyecto minero y eso le resta velocidad.
La falta de sentido de urgencia, hace daño. Un capítulo especial, es la consulta previa, que tiene que explicarse bien -porque es una consulta, no es un veto- y sin embargo se está confundiendo.
Al día de hoy los proyectos mineros a través del Estudio de Impacto Ambiental (EIA) requieren consulta ciudadana (con DNI).
Para ello, los ciudadanos, se organizan y participan sobre un proyecto minero. Sus observaciones son tomadas en cuenta, para ser levantadas y que el proyecto finalmente obtenga su licencia ambiental.
Sin embargo, creamos un trámite adicional, la consulta previa; que parte de la premisa que hay pueblos originarios poco informados y por tanto, se requiere un trámite adicional.
Ocurre que en la práctica, ese mismo pueblo originario anteriormente o durante un proceso minero será consultado, y revisará la información a través de la participación ciudadana que está prevista en el EIA.
¿Cuál es la situación al respecto?
Hay una suerte de duplicidad. Déjeme poner un ejemplo, el proyecto minero no tiene dos poblaciones -un poblador urbano y otro originario, que no está inserto en la economía del entorno- eso no existe.
Quizá esa figura pueda ser válida en temas muy puntuales amazónicos. Como ejemplo, estando en Loreto, en una zona urbana, tengo una ciudadanía a la cual informé del proyecto, puedo tener dentro de esa jurisdicción una localidad, un pueblo originario que no calza con esa figura. Para ese caso puede ser la consulta previa.
Países mineros como Canadá y Australia no han suscrito el principio 169 de la OIT. Perú lo ha suscrito y lo que ha hecho es superponer un trámite que ya existía dentro del EIA, que es discutir, presentar y levantar las observaciones de la ciudadanía. Allí hay una suerte de confusión hablando de permisología.
A su criterio ¿qué otro aspecto requiere un mayor análisis?
Generalmente los proyectos mineros están en las zonas altoandinas, en terrenos superficiales que pertenecen a las comunidades campesinas y allí lo que se requiere es un rol más activo del Estado, que puede crear mecanismos ágiles para que esos procesos de adquisición de terrenos, se realicen en plazos más cortos, equitativos y simples. Otro tema en el cual falta avanzar, está en el otro extremo. Así como nos llenamos de permisos y procedimientos vinculados a los temas ambientales. Por otro lado, en el tema social -que es fundamental- no existe (esos mecanismos) y cada uno negocia y obtiene sus acuerdos como puede. El Estado puede reducir las brechas de expectativas; entre la población respecto al proyecto, y el inversionista que quiere desarrollar un proyecto.
Un tercer desafío, que es transversal al país, es la infraestructura. Las minas están en zonas altoandinas y se requiere una mirada exportadora como país y vencer esa tremenda geografía, para que dinamice toda actividad económica. Puede ser minera, forestal, agricultura, e incluso el turismo.
¿Qué propone para lograr superar esos desafíos?
Unir esfuerzos para que desde una visión territorial podamos invertir en proyectos mineros que generen infraestructura pública y dinamizar la economía nacional.
Tenemos fortalezas que ponen a Perú en una posición de liderazgo en producción de metales. Sin embargo, requerimos desarrollar el pleno potencial, y eso demanda hacer más ágil los trámites para incrementar la infraestructura.