Como dice Hortensia Casanova, gerente de Desarrollo de Oportunidades Laborales de LHH DBM Perú, en algún momento todos hemos sido testigos de la historia de algún ejecutivo muy inteligente y preparado que asumió una posición de liderazgo y fracasó. Pero también hemos conocido el caso de alguien con sólidos conocimientos intelectuales –aunque no extraordinarios– que asumió un puesto similar y logró el éxito.
Si eres de los que te has preguntado en dónde radica el secreto para el segundo caso, debes saber que todo radica –como dice la experta– en la importancia de potenciar nuestra inteligencia emocional, que no es otra cosa que la habilidad que tenemos de entendernos y manejar nuestras emociones (autodominio, autoestima, autodeterminación) y de cómo nos relacionamos con las demás personas. Algo a lo que también se le conoce como “habilidades blandas”.
Si anteriormente las organizaciones valoraban más las habilidades duras, es decir, aquella inteligencia lógica y racional, desde hace 20 años –aproximadamente– la tendencia ha cambiado.
Y es que un aspecto importante de la inteligencia emocional es la capacidad de percibir, controlar y comprender las emociones –en uno mismo y los demás– y utilizar esa información apropiadamente. “El reconocimiento de la inteligencia emocional en uno mismo puede ayudar a regular y gestionar nuestras propias emociones además de reconocer emociones en otros, lo que favorece el desarrollo de la empatía y el éxito en nuestras relaciones, tanto personales como profesionales”, refiere Casanova.
Por esa razón, los ejecutivos peruanos deberían preocuparse más por desarrollar esta habilidad, con el fin de seguir ascendiendo a nivel personal y profesional. “Tener o no esta inteligencia puede ser determinante para la obtención de un puesto de trabajo”, dice antes de añadir que “cuando se busca contratar un ejecutivo, generalmente llega al final una terna (tres candidatos), pero como todos están capacitados para el puesto, algo que podría ser determinante se llama ‘química’ y está relacionado con la inteligencia emocional, justamente con esa capacidad de sintonizar, de entender qué está buscando el otro y poder mirar en común”.
Según Hortensia Casanova, estas habilidades blandas son cada vez más valoradas en la selección de personal, y más aún en la selección de altos ejecutivos. “La inteligencia emocional es una herramienta indispensable para alcanzar nuestras metas y objetivos personales y profesionales, para ello es necesario trabajarla y desarrollarla para alcanzar un nivel adecuado que sirva de soporte hacia nuestras metas y objetivos”, concluyó.
El Comercio