Si bien todos nos enfrentamos al estrés y a la presión en nuestras vidas personales y profesionales, el reconocido psicólogo Hendrie Weisinger hace una clara distinción entre los dos conceptos…
A menudo escuchamos frases como: “trabajo en un ambiente de mucha presión” y “tengo un trabajo muy estresante” que se utilizan indistintamente como si el estrés y la presión son exactamente lo mismo.
Pero según el Ph.D. Hendrie Weisinger, psicólogo de renombre mundial y autor de Performing Under Pressure: The Science of Doing Your Best When It Matters Most(Trabajando bajo presión: La ciencia de hacer su mejor trabajo cuando más importa) hay una diferencia fundamental entre el estrés y la presión.
“Después de leer el libro, tuve la oportunidad de hablar con Weisinger sobre este concepto”, nos cuenta Amy Morin, colaboradora del portal Forbes.com.
¿Cuál es la gran diferencia entre el estrés y la presión?
Si bien todos nos enfrentamos al estrés y a la presión en nuestras vidas personales y profesionales, Weisinger hace una clara distinción entre los dos.
– El estrés se refiere a una situación donde existen demasiadas demandas y pocos recursos –tiempo, dinero, energía– para cumplir con ellas.
– La presión es una situación en la que usted percibe que algo importante depende del resultado de su desempeño.
El estrés puede implicar una variedad de problemas que conducen a sentimientos de sobrecarga. Una reunión que empieza tarde, una larga lista de correos que debe responder, y varios plazos inminentes que deben cumplirse puede causar una buena cantidad de estrés. Pero eso no significa que usted está bajo presión.
La presión implica sentimientos de ansiedad y a veces temor, que se relacionan con situación que consideramos de “vida o muerte”. En otras palabras, cuando solo tiene una oportunidad para conseguir algo –como rematar el penal definitivo en la final de la Copa del Mundo. Es común sentir presión durante una presentación ante un cliente o en una entrevista de trabajo.
Para ayudarle a pulir esta distinción, Weisinger recomienda que cada vez que sienta esa “angustia”, pregúntese: “¿Me estoy sintiendo abrumado por las cosas que me piden hacer, o siento que tengo que producir un resultado específico?”
Si su caso es el primero y se siente abrumado por tener demasiadas exigencias y escasos recursos, entonces está estresado. Si se encuentra en una situación en la que siente que tiene que dar un resultado óptimo, eso es presión.
Cómo responder al estrés y la presión.
Weisinger explica que distinguir entre el estrés y la presión da lugar a diferentes cursos de acción. En una situación de estrés, el objetivo debe ser sentirse menos abrumado, pero en una situación de presión, tener un desempeño exitoso es la meta.
Usted tiene un montón de opciones cuando está bajo estrés. Tal vez pueda ir a dar un paseo para reducir el estrés después de un largo día en la oficina. O tal vez puede poner a trabajar a sus endorfinas con un poco de ejercicio o incluso tomarse un día libre. Hay muchas maneras de reducir la carga y manejar su estrés.
Usted no tiene esas mismas opciones en una situación de presión. Un comando de la Marina que esté involucrado en una misión de rescate de vida o muerte no tiene tiempo para empezar a practicar yoga. Y un piloto de helicóptero que tiene que hacer un aterrizaje de emergencia tiene que concentrar toda su energía en realizar su mejor trabajo, y no ponerse a reducir su nivel de estrés. En situaciones de verdadera presión, tenemos que dedicar toda nuestra energía a realizar la actual tarea.
Saber que usted está en un momento de presión es una señal para centrarse en un rendimiento que satisfaga las demandas de la tarea en cuestión.
Las consecuencias de confundir el estrés con la presión
Cuando no entendemos la diferencia fundamental entre el estrés y la presión, estamos en riesgo de hacer que cada pequeño inconveniente parezca una situación de presión.
Si siempre tiene la idea de que está bajo presión, entonces creerá que debe tener éxito todo el tiempo. Eso es mucha presión. Weisinger señala que esta “distorsión” puede hacernos sentir como si siempre estamos “bajo gran presión”. Cuando todo parece súper importante nuestra angustia se intensifica innecesariamente.
Esta reacción exagerada a molestias cotidianas tiene un costo en nuestro rendimiento, ya que elimina valiosos recursos psicológicos y físicos. Perdemos la capacidad de pensar claramente y nuestra energía se emplea de mala manera a medida que continuamos actuando como si las actividades cotidianas son una cuestión de vida o muerte. Weisinger afirma que la investigación es clara, “nadie tiene un mejor rendimiento bajo presión”.
Cómo trabajar bien bajo presión.
La buena noticia es que todos tenemos la capacidad de reducir las reacciones inadecuadas frente al estrés y la presión. Aprender a controlar los pensamientos distorsionados, reducir las agitaciones nocivas y disminuir las acciones impulsivas son solo algunas de las claves para reducir nuestros sentimientos de angustia. Distinguir el estrés de la presión puede evitar que usted se desgaste demasiado hasta quedar knock-out.
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