Foto: EFE/Archivo

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Tras su paso por el Lima Climate Finance Week, el ex presidente de México Felipe Calderón dio algunas pautas de cómo establecer un modelo económico que involucre los riesgos del calentamiento global.

Perú tiene el gran reto de liderar la próxima negociación climática, denominada la Conferencia de las Partes (COP), cuya vigésima edición se hará en Lima del 1 al 12 de diciembre.

En esa tarea, México nos antecedió en el 2010. El ex presidente mexicano Felipe Calderón nos cuenta su experiencia en este tipo de negociación, cuyo fin es que los países reduzcan sus emisiones contaminantes, así como su visión de lo que significa enfrentar el cambio climático desde el ámbito económico.

La negociación de la COP 16, realizada en Cancún, fue calificada de exitosa. Esa cumbre se dio durante su gobierno. Hoy se espera que el Perú dé impulso al documento negociado para que se llegue en los mejores términos a la siguiente reunión, la COP 21. ¿Cuál sería su recomendación? ¿Esta fase de la negociación es más compleja que en el 2010?

Todas [las negociaciones] son importantes y, por lo mismo, complejas. En el 2010 veníamos de una enorme decepción en Copenhague (COP 15), donde hubo muchos presidentes reunidos y no se llegó a un consenso. Cuando recibí el encargo de la cumbre, era un motivo de enorme preocupación. Pienso que ahora el Perú tiene una responsabilidad similar: un país en desarrollo que puede recuperar y fortalecer el urgente ritmo de la negociación climática. El éxito de la cumbre de París dependerá de lo que pase en el Perú.

¿Cuál es su pronóstico de lo que pasará en la COP 20?

Esta es una de las negociaciones más difíciles, el multilateralismo es muy complejo. Ante la necesaria mecánica de consenso, la negociación se vuelve lenta y siempre hay un riesgo alto de fracaso. No creo que sea imputable a los países que organizan o lo lideran, sino a muchos intereses, sobre todo económicos. Sin embargo, por el lado de las ventajas, veo que en este 2014 hay mayor preocupación de los actores en temas climáticos, lo que no había poco tiempo atrás. Esa es una ventaja.

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¿Qué tipo de liderazgo debe ejercer el Perú en esta negociación?

Un liderazgo como el del Perú es lo que se necesita. Los países más pobres confían significativamente en una economía en desarrollo que en países muy avanzados, los que han sido, de alguna manera, estigmatizados como los causantes de la contaminación. Al tener el Perú este liderazgo, es una señal clara de que hay una responsabilidad común. Los países más pobres son los que sufrirán más los efectos del cambio climático. A mi juicio, allí debería estar el mayor interés. El liderazgo del Perú marca, en ese sentido, una importante ventaja.

Alguna parte de la comunidad científica aún cuestiona el proceso climático actual. ¿Eso afecta la negociación?

Percibo que ya hay un consenso. Hay algunos sectores discrepantes, sobre todo en Estados Unidos, pero ya no viene de la comunidad científica, sino del ámbito político, en el que el debate es casi religioso: ¿Crees o no crees en el cambio climático? Bien, ¿dónde veo el debate? El debate es si combatir el cambio climático es compatible con el crecimiento económico y la lucha contra la pobreza. Hay gente que dice que los problemas climáticos habrá que resolverlos dentro de 80 años.

…Patear el tema a futuro.

Se dice que no hay dinero, que hoy es hora de ocuparnos de la pobreza y el crecimiento económico.

La crisis económica en el mundo reforzó esa idea.

Es un hecho que la crisis económica hizo que las decisiones de un presidente o de un empresario fueran ha cia el lado de cómo enfrentar temas económicos; otros asuntos, entre ellos los ambientales, pasaron a un siguiente plano. ¿Qué tenemos ahora? La crisis económica pasa en prácticamente todo el mundo. EE.UU. tiene tasas de crecimiento importantes y Europa, luego de padecer mucho, deja atrás el período recesivo.

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Al parecer, el Perú ha caído en ese dilema cuando ha visto que sus tasas de crecimiento no son las de hace unos años. ¿Cómo hacer para que los gobiernos entiendan la urgencia del tema?

El reto es hacer entender a las autoridades que tenemos una gran oportunidad en las manos, no para cancelar el crecimiento, sino para tener el desarrollo correcto. El crecimiento no solo es un tema de cantidad, sino de calidad. Presido la Comisión Global sobre la Economía y Clima, en la que el vicepresidente es Nicholas Stern [economista reconocido que dio la alerta temprana al tema del cambio climático].

No hay tantos ambientalistas en la comisión, sino economistas y empresarios; gente como Paul Polman, CEO de Unilever; el director del Bank of America, Chad Holliday; el ex presidente de Chile Ricardo Lagos, entre otros. Lo que tratamos de demostrar es que es un falso dilema el optar o por el crecimiento económico y la eliminación de la pobreza o por la lucha contra el cambio climático. Más bien, hay miembros de la comisión que dicen que no solo es posible sino que la única vía para tener un crecimiento económico de largo plazo es reducir el enorme riesgo climático. Crecer sin tomar en cuenta este factor ya no es una alternativa.

¿Hay países que caminan bajo esos criterios?

Un solo ejemplo. ¿Qué ha hecho reaccionar al Gobierno Chino? Hace unos diez años compartía el silogismo de que somos pobres y tenemos que crecer primero, luego veremos el tema ambiental. La respuesta viene por los niveles de contaminación en Beijing y otras grandes ciudades que ya causan millones de muertes al año y otros problemas de salud que son difíciles de calcular. Tenemos que tener el tema del cambio climático en el modelo de crecimiento.

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¿Cuál es la fórmula?

La comisión que presido está por difundir un reporte sobre este tema en setiembre, pero puedo anticipar que habrá que cambiar tres grandes sistemas: energía, desarrollo urbano y el uso de suelos en el mundo. Si hemos de destinar US$90.000 millones en los próximos 15 años para proveer energía y desarrollo urbano a una población creciente, más vale hacerlo bien, bajo un modelo que nos permita reducir las emisiones. Eso no nos frena el desarrollo, nos presenta otro tipo de crecimiento.

El modelo económico que tenemos presenta claramente signos de agotamiento. Se requieren cambios estructurales. Uno de estos es aumentar la productividad de los recursos naturales, y no se incrementará mientras tengamos incentivos económicos que causan su dilapidación o su uso subeficiente, como, por ejemplo, los sistemas de subsidios que tenemos sobre recursos naturales: combustibles fósiles, agua, el uso de materias primas. Requerimos un cambio fuerte que generará un movimiento económico muy claro hacia la innovación en energías renovables. La innovación siempre genera productividad.

En resumen, ¿cómo se moverán las fichas en la COP 20? China y EE.UU. ya han tomado medidas internas para reducir sus emisiones.

Esta vez China será un actor que jugará una buena parte de las soluciones. El gobierno de Barack Obama también ha dado pasos que son dignos de reconocimiento para asumir compromisos en la reducción de emisiones. Esos factores jugarán positivamente en la negociación. Es muy importante que en Lima surja un documento que recoja las inquietudes y demandas de todos los actores. Si existen divergencias, también deben estar claramente en un documento que tenga unos paréntesis que puedan ser discutidos en París. Eso sería un gran avance.

El Comercio