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Por: Ing. Víctor Gobitz, presidente del Instituto de Ingenieros de Minas del Perú 

En el Marco Macroeconómico Multianual elaborado por el Ministerio de Economía y Finanzas se proyecta un descenso en el producto bruto interno para este año de 12%, como consecuencia de la pandemia que venimos enfrentando. Para el 2021 se estima un crecimiento de 10% y para los años 2022 – 2024 un aumento anual promedio de 4.7%.

Para muchos, se trata de cifras muy optimistas, pero a nuestro entender son alcanzables, si se aceleran o promueven específicamente las inversiones en la industria minera.

Para ello, es importante desagregar estas inversiones en tres grandes categorías o pilares: en el primero están los proyectos de nuevas minas, también llamados greenfield, como es el caso de: Quellaveco, Mina Justa y próximamente San Gabriel y Corani. En esta categoría también debería considerarse a Tía María.

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En el segundo pilar, están los capitales dirigidos a la expansión de minas existentes, como es el caso de Toromocho, cuyo precedente exitoso lo tenemos en la ampliación de Cerro Verde, Antamina y Toquepala.

En la tercera categoría, están las inversiones también en minas existentes, pero enfocadas en incrementar su vida útil o aumentar su rentabilidad, como el caso de Yanacocha Sulfuros o Coimolache Sulfuros.

Los nuevos proyectos mineros son muy importantes, pero suponen un mayor riesgo técnico-financiero, un plazo de maduración más amplio y un retorno de la inversión inicial, también más prolongado.

Las iniciativas de expansión minera del segundo pilar o aquellos enfocados en extender la vida útil de las minas de la tercera categoría, tienen la virtud que se sustentan en una huella operativa ya existente, presentan un menor riesgo técnico-financiero y tienen plazos de retorno de la inversión más breves.

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Estamos aún en un entorno impactado por la pandemia, donde tenemos a favor una demanda mundial creciente por los metales industriales y preciosos que el Perú produce, pero a la vez, debemos considerar que estamos a menos de 8 meses de las elecciones generales, con lo cual se incrementa la incertidumbre para cualquier decisión de inversión.

En conclusión, teniendo la industria minera un alto nivel de encadenamiento productivo con los sectores de construcción, energía, transporte, hotelería y, especialmente, con la metalmecánica, no dudamos que podemos recuperarnos de manera acelerada, si en el caso del sector minero, ponemos el foco no solo en la inversión de nuevas minas, sino también en los proyectos de expansión o extensión de vida útil.