Roque Benavides

Roque Benavides (Foto: Correo)

Por: Roque Benavides 
(Expresidente de la Sociedad Nacional de Minería. Petróleo y Energía) 

Frente a la grave crisis económica en la que nos encontramos, una de las más severas de la historia del Perú, pues se estima un decrecimiento anual del PBI de hasta 15% al cierre del 2020, debemos echar mano de todos los proyectos que se encuentran paralizados en los distintos sectores productivos para revertir esta dramática situación con más inversión que permita recuperar los millones de puestos de trabajo que se han perdido por la pandemia.

Por el lado de la minería -la minería responsable, la que cuida al medio ambiente, la que respeta a las comunidades, la que paga sus impuestos, la minería formal-, estamos convencidos de poder ser el gran motor que no solo dote de recursos al Estado para seguir atendiendo la emergencia y empuje la economía, sino que también active un encadenamiento productivo en las regiones, que dé ingresos y trabajo a los peruanos.

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No es un tema menor, además, que la minería siempre ha sido una actividad con los más altos estándares en seguridad y salud hacia sus trabajadores, y en esta situación lo es aún más. Desde el primer día de la emergencia, el sector trabajó en elaborar protocolos sanitarios contra el covid, y sobre estos protocolos es importante aclarar una serie de puntos.

Primero, que son protocolos vivos, se van adaptando y complementando con nuevas medidas (y no flexibilizando) según los hallazgos y necesidades que se identifican en su implementación, con el objetivo de tener parámetros más efectivos. Además, el Comité de Seguridad y Salud, conformado por trabajadores y empleadores de cada empresa, es el que aprueba los planes de vigilancia y sus modificaciones.

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Segundo, que se trata de un protocolo integral: en la minería se tiene una población laboral testeada periódicamente, en aislamiento, con toma de temperatura dos veces al día y con trabajo celular, es decir, por grupos, entre otras medidas de prevención y control.

Tercero, que la minería formal agremiada es la única actividad que toma pruebas a sus trabajadores no una sino varias veces, y que tiene espacios y personal médico preparado para aislar y brindar tratamiento temprano en caso sea necesario. Mucho se dice y se contabilizan los casos de contagios en el sector -como no se hace en ningún otro-, pero no se explica que tenemos un universo cierto evaluado y que los contagiados vienen superando la enfermedad, gracias al tratamiento o traslado oportuno.

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Para nosotros, entonces, no existe una dicotomía entre cuidar la salud de los trabajadores y las comunidades y hacer crecer la economía. El Perú logró -reducir en los últimos 15 años- 39 puntos la pobreza, en gran parte gracias al aporte de la minería, y si lo hicimos una vez, ahora también estamos dispuestos a asumir el reto de enfrentar esta crisis económica sin precedentes.

En nuestro país, por cada empleo que genera la minería, se crean otros 6 indirectos y eso es lo que necesitamos: fomentar la inversión y destrabar los proyectos. Se requiere impulsar una simplificación administrativa, que de ninguna manera significa flexibilización ambiental, sino, más bien, hacer que los procesos sean racionales y previsibles, como se hace en los países mineros líderes.

Fuente: Gestión