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Patricia Teullet: Necesitamos minería

Patricia Teullet

(Foto: Perú 21)

El Perú ha sido, desde siempre, un país minero; pero hay algo que nos impide reconocerlo, aceptarlo, defenderlo y promoverlo como la noción: que si hay minería.

De un tiempo a esta parte leemos más sobre minería ilegal que sobre proyectos mineros formales, que involucran una gran inversión y generan un efecto multiplicador sobre la economía a través de la demanda de otros bienes y servicios, así como la generación de empleos indirectos: ocho por cada empleo directo. Este último, además, de alta productividad por la elevada inversión de capital. Por ello, ha sido muy oportuno que hace un par de semanas el IPE nos recordara que existe una cartera de proyectos en distintas etapas en la cual se debería estar trabajando para impulsar el crecimiento económico y repetir la hazaña de reducir la pobreza a niveles de 20%.

La minería es, lamentablemente, una actividad “malquerida” por decir lo menos. Se le ha acusado de estar desligada del resto de la economía, de no ser importante generadora de empleo y hasta de no aportar valor agregado. En este último punto hemos tenido que escuchar en repetidas oportunidades que, en lugar de exportar el mineral, deberíamos estar exportando los productos terminados que se crean a partir de dicho mineral. Para ello, tendrán que darse determinadas condiciones que promuevan la producción de artículos que incorporen, por ejemplo, importantes niveles de investigación y tecnología (algo difícil dadas las condiciones de la educación en el Perú). Pero no debemos desdeñar la creación de valor agregado en la minería tal como la tenemos ahora. . El valor agregado en la minería también se da antes y no después de obtener lo que llamamos comúnmente materia prima. Se da mucho antes de empezar el proceso mismo de explotación con las tareas de exploración. Se da en todo lo que hace falta crear para siquiera empezar a pensar en extraer el mineral; a sacar, a partir de un “montón de tierra”, mineral aprovechable.

Con una importante cartera de proyectos en distintas etapas de desarrollo, pero gran parte de ellos con varios años de retraso, deberíamos estar pensando en cómo convertir más toneladas de tierra o rocas en mineral. Tenemos una gran cartera de proyectos y un enorme potencial que no son aprovechados debido a los prejuicios en contra de la minería (“agua sí, Conga no” fue el lema de Ollanta Humala cuando era candidato a la presidencia y detractor de la actividad minera), a la corrupción o desconocimiento de las autoridades y los cientos de autorizaciones que hace falta obtener, o a la difícil relación con las comunidades ante la ausencia de un Estado que asuma el liderazgo y de confianza, tanto a las empresas como a los pobladores respecto a que habrá límites para ambos y reglas de juego claras que serán respetadas.

El Perú ha sido, desde siempre, un país minero; pero hay algo que nos impide reconocerlo, aceptarlo, defenderlo y promoverlo como la noción: que si hay minería, no hay agricultura. Ya está demostrado que ambas pueden convivir y hay gobiernos regionales que, a pesar de dicho discurso (supuestamente proagricultura), tampoco sacan adelante proyectos agrícolas como Majes – Siguas y tienen así paralizadas grandes inversiones que generarían un enorme número de empleos.

El sector minero es uno de los pocos donde hay todavía gran interés en invertir, a pesar del desastroso entorno político que viene afectando a la economía. No podemos darnos el lujo de dejar pasar esta inversión en un país cuya tasa de crecimiento en 2023 fue negativa porque no hubo la inversión privada necesaria para sostenerla. El Perú tiene todavía la ventaja de ser un país atractivo para la inversión minera, a pesar de todos sus problemas. Hace falta, eso sí, el esfuerzo del gobierno para resolver los problemas que la vienen retrasando.

Fuente: Perú 21

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