Rubén Arratia

  • Lo que a veces olvidan los políticos de Latinoamérica, es que el cobre que no se produzca en Perú, Ecuador o Panamá, se producirá en otras jurisdicciones como Zambia, Rusia, Kazajistán o la República Democrática del Congo.

Qué ocurrirá con el cobre hacia el año 2050 y cómo será su evolución entre la oferta y la demanda del metal base, estratégico para la transición energética. El analista de Wood Mackenzie, Rubén Arratia responde con detalle a esos cuestionamientos y otros, en la siguiente entrevista concedida a ProActivo.

¿Cuál es el contexto global en el que opera y operara la industria minera?

El crecimiento económico mundial y en particular de Asia y el África, la transición energética que demanda el cambio climático, los movimientos geopolíticos y de subsidio a la transición energética de las grandes naciones y la guerra comercial entre EE.UU. y China (de chips y otros) le están cambiando el rostro al mundo creando oportunidades y desafíos a países y empresas. En algunas décadas la demanda por combustibles fósiles disminuirá drásticamente, pero la demanda de metales se mantendrá firme y hasta brillante en algunos casos.

Algunas cifras nos podrían ayudar a contextualizar esto. Hacia el 2050 el mundo tendrá casi 10,000 millones de habitantes o sea casi 2,000 millones más de lo que somos al momento. El PBI mundial, que actualmente es un poco más de 100 trillones de dólares se duplicará hacia el 2054 o sea en un poco más de 30 años. Solo por estos dos factores la demanda de metales que requiere el mundo es casi insaciable. Si a eso le agregamos la demanda de metales de la transición energética, la oportunidad de la industria minera global es única. Latinoamérica que posee más del 50 % de metales críticos como el cobre y el litio tiene una brillante oportunidad. Por ejemplo, para la década del 2050 la demanda de cobre será el doble de lo que es hoy. La del litio será más de 5 veces más. Pero hay que ver también la oferta.

¿Podrá el sector minero suplir las necesidades de metales que requiere el mundo?

Usaré el cobre para responder a su pregunta. Hacia el 2050 la demanda total de cobre crecerá al 2.1 % anual, mientras que la producción de cobre (de mina) decrecerá al 3.3 % anual fundamentalmente por el desgaste y agotamiento (geológico) de yacimientos y minas que tienen en algunos casos más de 50 años de edad. Esto va creando una brecha grande que tendrá que ser suplida por las minas y por las plantas de recirculación de chatarra.

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Por ejemplo, para el 2033 el déficit de cobre de mina que esperamos en Wood Mackenzie, es de 4.5Mt de Cu equivalente a una inversión de US$101 billón y solo hay 2.4Mt de Cu en proyectos probables lo cual es insuficiente para cubrir los requerimientos de los próximos 10 años. Al 2040 esto se agrava. Para empeorar las cosas, sacar proyectos en países como Perú y Ecuador se ha vuelto una pesadilla no solo por la cantidad de permisos que hay que tramitar (cerca de 500 en Perú) sino porque en algunos países hay un sentimiento antiminero sustentado en un desconocimiento total de lo que significa hoy la minería moderna. Las mismas corporaciones que operan en Perú o Ecuador también lo hacen en Australia, Canadá o Europa y con los mismos estándares ambientales.

Lo que a veces olvidan los políticos de Latinoamérica, es que el cobre que no se produzca en Perú, Ecuador o Panamá, se producirá en otras jurisdicciones como Zambia, Rusia, Kazajstán o la República Democrática del Congo (que hoy 2024 ya es el segundo productor de Cu en el mundo, desplazando a Perú). Finalmente, la oportunidad solo será oportunidad para los que están dispuestos a subirse al tren de la transición energética.

A nivel corporativo, muchos inversionistas que antes estaban en petróleo (por ejemplo, Arabia Saudita) o en oro, buscan invertir en cobre aun cuando los proyectos no sean de clase mundial. El apetito es grande pero no hay como saciarlo porque pocas empresas están dispuestas a vender sus activos valiosos de cobre.

¿Y cómo ve a Perú, comparado con Chile?

Hasta hace poco, la estabilidad política (clave para atraer inversión) en Chile y Perú se deterioró fuertemente debido al fantasma de una nueva constitución. Esto se esfumo en Chile en diciembre del 2023 cuando se rechazó definitivamente el borrador de la nueva Constitución y se subió ligeramente el nivel de regalías. En Perú, la salida abrupta del señor Castillo en diciembre del 2022, dio paso a un gobierno que ha sabido mejorar sustancialmente la estabilidad política pero la resaca de ineptitud y corrupción del gobierno anterior y otros es un pasivo muy grande. Lo mejor de ambos países es que tienen una fortaleza macro económica envidiable. En ambos casos y en particular Chile, esto gatilló nuevas inversiones de varios billones de dólares en proyectos brownfield.

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Todos los países mineros están obligados a buscar nuevas inversiones para contrarrestar la caída de producción o para hacer crecer su producción. En Chile se espera un pico de producción de 6Mt para el 2026 (5.3Mt el 2023) y 4Mt para el 2040 o sea 2Mt menos (33 % menos). En el caso de Perú es aún más dramático. Se espera un pico de 2.8Mt para el 2025 (2.75Mt el 2023) y 1Mt para el 2040 o 64 % menos. Si no se hace nada (un supuesto extremo) los ingresos por impuestos y regalías se reducirían drásticamente. La mayor urgencia la tiene Perú al tener un nivel de pobreza que supera el 30 %. Chile solo tiene 5-6 %.

En Chile aumentar producción es fundamentalmente un reto empresarial dado que históricamente la clase política chilena decididamente ha apoyado a su minería y tiene una política fiscal que incentiva a la reinversión. Su reto radica en reducir la ingente cantidad de obligaciones regulatorias estimadas entre 1000 a 1500. En el Perú más allá de los permisos que se requieren para sacar un proyecto minero el desafío es la falta de visión y voluntad política del congreso y el gobierno central para apoyar a los proyectos mineros. Perú tiene más de 10 proyectos de expansión ($11 billones de inversión) y 20 proyectos nuevos de cobre ($33 billones de inversión) que le permitiría rápidamente recuperar su segundo lugar frente a la RD Congo. Otra ventaja que tiene Perú es que los empresarios que operan en el país han aprendido a liderar muy bien con las comunidades. Una muestra de ello es que Anglo American inauguró Quellaveco, en plena crisis política a fines del 2022 y todo indica que Teck Resources, Glencore, Anglo American y otros anuncien pronto nuevas inversiones en sus proyectos/operaciones en Perú.

Otra diferencia sustancial es que Chile, geológicamente hablando, es un país maduro. En cambio, Perú con sus casi veinte franjas metalogenéticas, podría dar la sorpresa de nuevos descubrimientos si se logra modificar la consulta previa a la exploración.

¿Cómo se encuentra el resto de países de la región?

Argentina, podría ser la sorpresa de esta y la próxima década en el desarrollo de sus cerca de 40 proyectos de litio y sus relativamente grandes yacimientos de cobre que podrían producir más de 1Mt Cu. Si el presidente Milei es relativamente exitoso en llevar a cabo sus políticas de liberalización de la economía argentina, creo que el sector minero tiene muchas posibilidades de crecer rápidamente.

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El caso de Ecuador es penoso, porque teniendo varios proyectos de cobre de envergadura sufre el embate de organizaciones antimineras que creen que el sector minero es el mismo de la década de los 60s-70s del siglo pasado. El sector minero moderno paga sustanciales sumas en impuestos y regalías y es escrupuloso en respetar el medio ambiente. El caso de Cobre Panamá, es un desconocimiento de la tecnología de alta precisión que usa el sector minero en sus operaciones para minimizar el impacto ambiental. Vale de Brasil, por ejemplo, opera la mina de hierro más grande del mundo, Carajas, en una reserva nacional y la mantiene prístina.

Yo vengo haciendo “research” por más de 30 años en casi todos los países de Latinoamérica. En todos ellos la minería formal ha sido y es una fuente de empleo super bien remunerada en lugares inhóspitos y alejados donde la población de dichos lugares no tendría ningún futuro bueno si no estuviera la minería. En Chile y Perú, los ingresos anuales (promedio de los últimos 12 años) por remuneraciones son dos veces mayor que los ingresos por impuestos y regalías. Por eso la principal razón de atraer inversión es por la creación de empleos.

La minería es una bendición no solo para Australia, Canadá. Lo es para Chile y toda la región de América Latina. Con los recursos que genera se puede construir infraestructura para competir globalmente y crear una fuerza laboral super-educada para enfrentar los desafíos que impone la economía global futura de alta tecnología y conocimiento incluyendo la inteligencia artificial.

(*) El Ingeniero Rubén Arratia, es director de Metales Base y Metales Preciosos de Wood Mackenzie, y un destacado economista de minerales con postgrados de ingeniería y administración en Montana School of Mines de EE.UU. y la Universidad del Pacifico en Perú. El 2014 y el 2023 hizo un road show a las principales instituciones financieras de Australia y Londres donde expuso sobre las ventajas comparativas de los países de Latinoamérica para atraer inversión. Fue parte del equipo de WM que asesoró al presidente Correa para atraer inversión a la minería ecuatoriana. Ha sido miembro del directorio de empresas mineras y es profesor honorario de la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, Perú donde estudió.